Dos mujeres de iglesia
PALABRAS PRONUNCIADAS EN LA SANTA
IGLESIA DE LA CHIQUINQUIRÁ EL DÍA 19 DE MARZO 2004, DÍA DE SAN JOSÉ, CON MOTIVO
DEL HOMENAJE HECHO A LAS SEÑORAS MARGARITA DE TORRES Y TERESA DE PEÑA.
Las
iglesias, como esta nuestra, de la Parroquia Chiquinquirá, se convierten para
los feligreses en un hogar familiar, en una sola familia cristiana en la que
imperan la convivencia, el amor y el mensaje unificador que nos viene dado
desde la misma iglesia por la voz del sacerdote. Las parroquias son una
permanente cosmovisión cristiana que nos une como una familia de padres, madres
e hijos, y en otro sentido, de padres, madres, a hijos, como éste es el caso de
doña Margarita y de la Señora Teresa, que son para todos nosotros, madres virtuosas que nos han enseñado su ejemplo
con una lección de verdadero cristianismo, a través de la historia de servicio
entregada a esta Iglesia parroquial, durante muchos años de su larga y hermosa
existencia. Ellas condensan una doctrina en lo que de moral tiene la conducta
social de la persona humana. Por eso no es gratuito el homenaje que se les
tributa, con el amor de familia que les otorgamos en este hermoso acto que se
ha preparado para ellas.
Ayer
cuando hablaba con la señorita Ninoska Urrecheaga, sobre este acto, me dijo que
en un estandarte de la Iglesia, de 1954, estaba señalado el nombre de doña
Margarita como miembro de la Sociedad de Nuestra Señora de Chiquinquirá...
Yo conté mentalmente y me dije: más de
cincuenta años de servicio continuo: qué virtud, qué entrega a la causa de la
Iglesia. Y qué mérito. Y me dije: en aquel tiempo yo era monaguillo del padre
Valera, y cuándo me imaginaba que años después vendría a contar lo que doña
Margarita había hecho con tanto desprendimiento y entrega. Pero así es la
historia, escoge a las personas y las coloca en posición de destino, para dejar
el testimonio de lo que otras personas de buena voluntad han sabido hacer sobre
la tierra. Aquel jovencito de aquel tiempo, cuántas veces miraría a doña
Margarita ir delante de la procesión con el estandarte de la Sociedad... y
así,año tras año, anduvo esta virtuosa señora rindiendo el honor de su
profesión de fe a la Iglesia de la Virgen, mujer y madre como ella, en las
ascensión del servicio que sirve para llegar a Dios por la luz que se proyecta
y por el camino que se hace.
Y la señora Teresa de Peña, lo mismo,
colocando su atención cristiana en posesión de esta parroquia para alabar a
Dios en ese orden que ponen a sus vidas las personas que han sido formadas con
las más claras virtudes morales. Muchos años de su andar vital, los ha
entregado la señora Teresa a la Iglesia de Dios, por medio del servicio a San
José. El amor inteligente de las personas se revela a veces en un servicio que
pasa desapercibido a los hombres, pero que Dios lo ve para premiar a quien lo
cumple con total desprendimiento. La señora Teresa, sabe en este momento, que
está recibiendo el testimonio de Dios por intermedio de quienes le rinden este
homenaje salido del corazón.
La praxis de la religión además de
constituir una enseñanza es un camino. Cuando se quiere servir a Dios uno sabe
qué es lo que se quiere, se pone un punto de mira, se le da un orden y
comienzan a aparecer las acciones. Actuar en función de la Iglesia es tener
valores religiosos en el espíritu. Y se actúa así porque se cree. Y al
lado de esos valores
religiosos muestra el ser humano los valores morales, que se viven en el seno
de la sociedad, pero también en el seno de la iglesia. Estos valores se viven,
como el amor, la fidelidad, la veracidad, la bondad... Doña Margarita (como la
conocemos afectuosamente), y la señora
Teresa (como también la conocemos afectuosamente)
poseen estos dos tipos de valores: los religiosos porque creen en la Iglesia; y, los
morales, porque los han vivido a
lo largo de su preciosa existencia. El crecer las ha hecho vivir, y
han puesto sus valores morales al servicio de y han tenido amor
a la iglesia, fidelidad, bondad... y han sido veraces, y han tenido la más amplia libertad para hacer
lo que han hecho... Ellas eligieron lo más valioso, por eso hoy la comunidad
las eleva y ennoblece cuando les tributa este homenaje de reconocimiento a sus
valores humanos.
La ciudad de Trujillo ha sido históricamente fiel a los valores
de la Santa Iglesia. La historia de esta ciudad de Trujillo es de Iglesia, pues
ella nació bajo la advocación de Nuestra Señora de La Paz. Desde siempre esta
doctrina espiritual de la presencia de la Virgen en medio de nosotros. No hay
hecho del devenir trujillano que no esté contenido dentro del marco de lo
mariano. Ciudad mariana es Trujillo: La Virgen de la Paz, como
Patrona; la Virgen del Rosario, como emblema de la educación de los niños y los
jóvenes de todoslos tiempos, pues sepamos que el Colegio Nacional nacido
hacia 1832, fuefundado bajo la
advocación de la Virgen del Rosario... Y en uno de los barriosmás
históricos de la ciudad: la Calle Arriba, la advocación le ha
correspondido a la Virgen del Carmen, lo mismo que en Las Araujas. Y en esta
parroquia que todos llevamos en el alma, la advocación le pertenece
a la Virgen de la Chiquinquirá, todas señoras como enseñanza doctrinal, todas
admiradas y testimoniadas por la población trujillana, que a una o a la otra,
porque todas son madres de Dios, le ha brindado su mejor comportamiento en la
fe y en la creencia, como se debe admirar a los santos de la Iglesia, madres y
padres espirituales de cada uno de nosotros los que practicamos la fe de la
Santa Iglesia Católica...
Pero la fe de los trujillanos por la
Virgen no se queda con las madres que he nombrado, sino que el fervor va más
allá, hasta la creencia y la fe en el misterio que entraña, por ejemplo, entre
nosotros la estampa de la Peña de la Virgen... y me he preguntado: ¿La Peña de
la Virgen? y, ¿cuál Virgen?... ^Tendremos entre nosotros, pregunto, una Virgen
de la Peña? una figura de la Santa Madre en representación distinta a la de la
Paz, a la del Rosario, a la del Carmen, a la de la Chiquinquirá?... O será
cualquiera de ellas la que la devoción histórica ha colocado en esos altos
peñones ubicados en nuestra parroquia? No se sabe a ciencia cierta. Pero en
todo caso, es esa hermosa devoción mariana lo que ha alimentado la fe de la
trujillanía por siglos, y lo que celebramos con júbilo en distintas fecha del
año, en julio y noviembre, principalmente.
Y qué más pertinente al hablar de la
virgen que nombrar a San José, su castísimo esposo... La fiesta de San José
también ha motivado y emocionado a los trujillanos. En ella estamos, y en ella
nos apoyamos para este homenaje a dos presidentas eximias de las sociedades de
San José la una: doña Teresa de Peña y de la Chiquinquirá la otra, doña
Margarita de Torres.
En Trujillo las fiestas religiosas ha
marcado el paso a la acción humana. No se puede reseñar nuestra historia
doméstica, sin que se hable de la festividad religiosa que por siempre ha
constituido un programa conjunto de la sociedad civil y la parroquia
eclesiástica, entre el sacerdote párroco y el presidente o junta directiva. Los
que en una u otra forma nos hemos adentrado en el estudio de nuestras fiestas
tradicionales, sabemos que esto es así: una hermandad perenne entre el
sacerdote que lleva adelante la parte religiosa de la celebración, junto con la
directiva de la sociedad eclesial, y del lado de afuera, la junta directiva de
la fiesta. Antes esto sucedía con mayor entrega y fervor que ahora, pues como
sabemos, las tradiciones populares han ido desapareciendo con el tiempo y el
progreso se las ha ido, tragando progresivamente.
Les digo que fueron
relevantes aquellas fiestas de la Virgen del Carmen, en los días de
julio de cada año/ Lo mismo ocurría con las fiestas de la Candelaria, en
febrero; las de San Isidro en Mayo, la fiesta de la Santa Cruz también en mayo;
las de Chiquinquirá en Noviembre; las de San Jacinto en agosto; las de Santa
Rosa en Agosto también. Ysucedió como un designio de Dios, o
como una nueva enseñanza de laIglesia, porque lo propiamente material, es
decir, lo pagano, se ha venido diluyendo con el tiempo, como para decirnos que
los valores materiales que uno los ve y los percibe: lo pagano, la fiesta
material... eso se ha ido muriendo con el tiempo.Pero, la otra parte, lo que
atañe a la iglesia en sí misma, es decir, la fiesta religiosa, esa prevalece,
esa se sostiene porque está dictada por los valores espirituales;
porque la Iglesia en síntesis "es eterna juventud; una perpetua primavera,
un eterno presente en el vivir con Dios que supera toda
imaginación"... Y aquí está una muy clara ejemplificación de lo que
digo: se lecelebra a doña Margarita cincuenta y cinco años continuos en la
Sociedad de la Virgen de Chiquinquirá y a doña Teresa, más de treinta y cinco
años continuos dentro de la Sociedad de San José... Es la iglesia entonces la
que enseña y crea valores; la que trasciende y hace trascender, la que da esa
fuerza interior que hace grandes a las personas, como son hoy grandes de
espíritu a nuestros ojos estas dos señoras de la parroquia: Margarita de Torres
y Teresa de Peña, alabadas por el elogio colectivo de una comunidad que viene a
aplaudirles la grande obra cumplida con tanta entrega y desprendimiento.
De doña Margarita yo he dicho muchas
cosas en alabanza. Claro, cómo no va a alabar uno a una mujer tan significativa
desde todos los ángulos de su personalidad. He tenido esa suerte de alabarla,
pues su vida ha sido muy variada como si es que Dios le dio un alma múltiple
para servir a todos. Mujer de hogar en el camino de la vida, pero su hogar lo
vio ascender hacia todo Trujillo, pues ella ordenó su vida para la participación
y la asistencia, y así, vale la pena vivir. Doña Margarita, por destino
cristiano siempre ha sido como una lucecita de bien para los trujillanos.
De la señora Teresa, si es verdad que
me alegra haber tenido esta oportunidad para elogiarla también, y ser portavoz
de lo que toda esta gente aquí presente quiere decirle como las gracias más
profundas, a ella que ha sido mujer de hogar y de iglesia, servidora en esa
tarea tan hermosa cumplida durante tantos años para alegría interior de los
suyos y de Dios, pues sirviendo a Dios se elevan los valores espirituales y se
gana la gloria como recompensa; la gloria terrena que ennoblece a la persona,
la gloria social que dota de reconocimiento a la persona y la gloria de Dios,
que es la mejor elección para darle sentido pleno a nuestra existencia. La
señora Teresa se nos presenta como una mujer paradigmática, silenciosa, pero
efectiva, en su hacer, decorosa y elevada ante los ojos de la Iglesia para
ejemplo de estas nuevas generaciones que la respetan como madre y como ductora
moral.
Y al lado de ellas dos, otro grupo
excelente de mujeres que han entendido su responsabilidad apostólica en nuestra
parroquia, y que de manera preponderante, han sumado sus acciones
participativas para que la Parroquia de la Chiquinquirá viva con esplendor las
fechas festivas de la Iglesia... Doña Josefina de Rosario: tantos años de
entrega, lo mismo que doña Consuelo de Salas, doña Blanca González de Medina,
doña Yolanda de Medina y otras de inmenso crédito espiritual que las distingue
y enaltece. Cómo no va a surgir así una iglesia que pide y obtiene la
participación de los fíeles. Cómo ha sido constante ese fervor cristiano de la
gente de la parroquia de venir a la Iglesia para juntarse cristianamente con el
párroco en la debida exaltación de los postulados de la santa religión. Cómo no
resaltar el carácter familiar de todo ese conjunto de párrocos que durante más
de cincuenta años han estado al frente de la Chiquinquirá, para nombrarlos los
Padres Vicente Valera Márquez, Joaquín Morón, Fidel Hidalgo, entre otros. Ellos
dejaron huellas indelebles en esta iglesia y en esta comunidad, y qué hermoso
que en su función parroquial actuaron con todos ellos señoras como doña
Margarita y doña Teresa, entendidas ambas en las cosas de Dios que son dictadas
por la fe y por la buena voluntad también.
Aquí está la Parroquia en el tributo
ordenado por la moral. Aquí estamos todos al lado de nuestro respetado pastor
Monseñor Salvador Barazarte, para rendir este austero homenaje a tan virtuosas
señoras de nuestra comunidad. En esta tarde lo que asoman
fundamentalmente son los valores espirituales de unas personas que son
recompensadas, no tanto con el tributo material, aunque lo material también
tiene valor, sino en la lección de transmitir unos valores espirituales que
ennoblecen por igual a los que ofrendan y a los que reciben. Porque así tiene
que ser en ese constante relevo que van exigiendo el tiempo a los
humanos. Dar de buena fe para recibir después como un acto de justicia.
Y lo hermoso que tienen estos actos es
que se convierten en una lección para los más jóvenes, para las generaciones
que van creciendo y asumiendo el papel de sus mayores, como vemos en esta
transmisión de funciones dentro de nuestra iglesia parroquial, porque son las
nuevas generaciones que conforman las directivas de las sociedades religiosas,
las que han motivado prácticamente el homenaje. Y eso nos permite revelar un
mundo en el que sobresalen los valores: la verdad, la belleza, la bondad, el
respeto, la gratitud, el amor, la amabilidad, la honradez, la disponibilidad,
la justicia, la sabiduría, la fraternidad...
J. Hessen sostiene que "La vida
tiene sentido, cuando contiene valores". Y eso condensa el acto de esta
tarde: valores y más valores, como una meta alcanzada por estas dos señoras, y
como un camino que comienzan a transitar otras mujeres más jóvenes con la
fuerza que da la iglesia para alcanzar toda meta.
Tomen las personas jóvenes que hay en
esta asamblea de Dios los modelos de vida de las señoras Margarita y Teresa,
para que vean crecer su moral interna y su personalidad. Ellas son paradigmas
auténticas, luces encendidas para hacer el camino del bien. Modelos a seguir, y
deben ustedes seguirlas con el ardor y el entusiasmo que ellas le pusieron al
reto de servir a Dios y a la Iglesia, desde las sociedades cristianas a las que
adscribieron sus nombres hace muchos años.
Que Dios y la Santa Virgen María siga
bendiciendo la vida ejemplar de doña Margarita y de la señora Teresa, y que sus
ejemplos nos iluminen a todos para que definitivamente le encontremos un justo
sentido cristiano a nuestras conductas, como hijos e hijas de Dios, de esta
Iglesia y de esta Parroquia de la Chiquinquirá que tanto queremos y llevamos en
el alma.
***Comenta sobre el escrito para que se posicione en los buscadores***
***Advertencia: ésta publicación puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar la autoría, como fuente de la misma incluya la URL: https://memoria-trujillana.blogspot.com/ y el aviso de Derechos de Autor © ALÍ MEDINA MACHADO***