Amigas y Amigos:
Abrimos la página para la memoria y para
la desmemoria… para referir breves historias y semblanzas de personajes y
lugares de nuestra cara urbe trujillana. Un espacio de letra e imagen
conjuntadas con el fin de proporcionar un lenguaje de afectos, una aclaración
de recuerdos y añoranzas devenidas como nostalgia festiva por el reencuentro. Historias
al azar, fuentes de luz para emotivas develaciones. Leves tejidos que dejan
transparentar el suceso menudo o el momento; que tejiendo sucesos y acomodando
momentos se conforma la historia nuestra de parroquia y de ciudad.
17
AÑOS DURÓ EL TEATRO SUCRE
Cuando se decretó la construcción del
Teatro Sucre, en terrenos del viejo Convento de San Francisco, en la calle
Independencia, cerca de la hoy Plaza Sucre... ya el viejo templo colonial era
un anciano claudicante y desahuciado. El tiempo lo había vencido y la mira del
gobernante de turno le tenía “ojeriza”. La muerte de esas ruinas era
irremediable, los monumentos de nuestra colonia no fueron preservados como
debió ser. El San Francisco, fue el primero de los conventos de la trujillanía
que se vino al suelo. Su sinfonía eclesial se hizo más bien leyenda y estuvo a
punto de ser mito.
En los predios muertos del convento
nació el Teatro Sucre, la nueva figura de una edificación destinada a marcar
época. Aquí sucedió la glorificación de nuestra cultura, temporalmente casi
hasta la sustitución institucional del “Sucre” por el Ateneo de Trujillo, pues
el Sucre fue inaugurado en 1926 y murió en 1943, para dar paso al grupo
Carabobo. Por su parte, el Ateneo nació en la casona de la Guerra a Muerte, un
poco más abajo, en 1942. De todas maneras temporalmente, el Teatro Sucre murió
muy joven, duró escasamente 17 años, por lo que ni siquiera llegó a ser mayor
de edad.
Allí, en sus espacios, el hombre
trujillano hizo su cultura. La manifestó a raudales como vemos en los
periódicos testigos. La testa inteligente del nativo dio fuerza y contundencia
a una cultura de esplendor: teatro, cinematografía, recitales, conciertos,
veladas, vendimias, conferencias... y en sentido decreciente, hasta
temporadas de boxeo se sucedieron en sus abiertos aposentos.
El teatro Sucre fue una compañía más
bien, a veces con el conflicto de la administración, pues los denarios no
alcanzaban a cubrir sus expectativas y solía haber denuncias, aunque las mismas
no pasaron de los simples escarceos y acusaciones infundadas. De todas maneras,
culturalmente ésta fue una noble institución que quedó invicta para la memoria
y el reconocimiento de la posteridad.
ANTES DE SER DE LOS BUHONEROS
La gente pregunta que cómo sería el
edificio que aquí hubo, antes de ser derribado por la incompetencia de malos
representantes municipales que en Trujillo los ha habido, aunque no por
montones. Que qué habría en este sitio antes de la llegada de la barbarie. Pues
aquí estaba el edificio que vemos en la fotografía, que no sería una gran cosa
arquitectónicamente hablando, pero, al menos, mucho más de lo que ahora es,
pues este viejo edificio de la plaza Bolívar de Trujillo, nació, para mala suerte
suya, para ser Mercado. Iba a ser inicialmente mercado, aunque no lo fue, pero
terminó siendo mercado y de buhoneros para más señas, gracias a un gerente que
tuvo la ciudad.
Y antes, ¿qué fue? Dígalo de una vez.
Este edificio, así gordiflón como se ve, haciendo esquina con la Plaza Bolívar,
lo construyó Numa Quevedo (1941-1945) para ser el Mercado de Trujillo. Pero
resultó no siendo mercado y les cuento por qué: Sucede que hubo una disposición
ministerial de educación, por la cual se decretó la instalación de una escuela
artesanal para la ciudad de Trujillo. Pero, como siempre, se atravesó un pero,
que no había un local apropiado. Y Numa Quevedo que era un gobernante de
talante intelectual les dijo a los de Caracas, aquí tienen el local y así nació
la Escuela Artesanal de Trujillo, que luego se mudó para la casa donde está
Copey, hasta mediados de los cincuenta, cuando Eugenio Mendoza, altruista como
fue, le regaló a la Artesanal una moderna sede, donde está hoy el Tecnológico
de Trujillo, en las inmediaciones del Mercado, en Santa Rosa. ¿Y qué pasó con
el Mercado de Trujillo?, pues, al final, lo pusieron en unos galpones donde
está hoy el cuartel de policía, detrás del Concejo Municipal, hasta que
también, a mediados de los cincuenta se lo llevaron para la sede de
Santa Rosa. Por cierto, creo que fue durante la gestión del alcalde Antonio
García, o un poquito antes, cuando se decidió tumbar el viejo edificio de la
Plaza Bolívar, dizque para dar paso a una edificación de ocho pisos, que serviría
de asiento a la “Zona Rental” de la municipalidad trujillana. Y miren en lo que
se convirtió.
Lo cierto es que este edificio, en mala
hora destruido, fue asiento de un montón de instituciones y de servicios
trujillanos: Escuela Artesanal, Colegio Pio X, Imprenta del Estado, Comedor
Popular, Archivo, Imprenta particular y otros usos que se escapan a la memoria.
¿Y qué sería hoy, restaurado y
acondicionado?, pues la sede apropiada de algún o algunos organismos oficiales
que claman por una propia. La Zona Educativa del Estado, tal vez, o la
Universidad Bolivariana, o un eficiente y espacioso centro comercial...
Hoy, es lo que los trujillanos merecemos
que sea, lo que malos e inconscientes concejales dispusieron que fuera. Un yo
acuso diario que nos afrenta y nos disminuye ante la historia. Eso es, nada más
y nada menos.
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