Página de Historia Regional

miércoles, 6 de mayo de 2015

Advocación de la virgen de la paz en Trujillo

    Estimados lectores, comenzamos desde hoy a compartir con ustedes el libro “La Advocación de la Vrigen de la Paz en Trujillo”, del cual publicamos los primeros capítulos

“Precisamente esta fe de María, que señala el comienzo de la nueva y eterna Alianza de Dios con la humanidad en Jesucristo, esta heroica fe suya ‘precede’ el testimonio apostólico de la Iglesia, y permanece en el corazón de la Iglesia, escondida como un especial patrimonio de la revelación de Dios. Todos aquellos que, a lo largo de las generaciones, aceptando el testimonio apostólico de la Iglesia participan de aquella misteriosa herencia, en cierto sentido, participan de la fe de María”

Juan Pablo II (La Madre del Redentor)

125. “Todo hombre del mundo hará gran cortesía   si hiciese su servicio a la Virgen María: mientras vivo estuviere, verá placentería, si salvara su alma al postrimero día.

Gonzalo de Berceo (Milagros de Nuestra Señora)

Trujillo alzó la flor de sus pupilas

y del cielo bajó una espiga dulce:

Nuestra Señora de la Paz, sentada

en una peña sobre el horizonte.

Ella, con ojos de arco iris,

sueña en el amor del pueblo de los mucas

Ramón González Paredes

UNA CIUDAD MARIANA

Bajo la advocación de la Virgen de La Paz hemos vivido los trujillanos, de la tierna y hermosa imagen de esta Madre Celestial que acompaña a su plebe desde tiempos coloniales. 

A la paz augusta, a la paz mariana, reza la gente por la memoria secular, en demostración de fe por esta imagen meritoria de la Madre de Dios, venida desde lejos a prodigar amor a los creyentes que en ella han confiado, para robustecer su espíritu en el encuentro con una doctrina de vida en plenitud.

Y en los días y en las noches de este espacio citadino, la paz se ofrece como emblema y razón de ser de un pueblo que anduvo dando tumbos por la desnudez antigua de esta tierra, y que aquí se estableció entonces, en este pequeño Valle o Zanjón del Muca, “halló reposo” para la posteridad de la vida. ¿Y no es este entonces el primer cumplido de la Virgen al abatir la fiereza y la incomprensión de todo signo que dictaba la existencia de aquellos padres trashumantes, y los adormeció fecundos en este rincón geográfico donde la urbe se desarrolló en esplendor, según cuentan las crónicas biográficas de aquellos tiempos idos?

La Virgen de La Paz es la luz del mismo pueblo nacida en cada enero de los tiempos, como una voz colectiva que anda y desanda, en la cuidad, en procesión de fe murmurada con sentido de pertenencia. La Virgen de La Paz es la antigua profecía que le dio razón de ser a una comunidad de pobladores en la ofrenda de sus fiestas con laudatoria y todo, y en la veneración y el culto.

Fiesta nuestra de abolengo y tradición, antes más festiva por la inmensa concurrencia de una plebe con ansia de bendición, venida desde los contornos en la víspera y pernoctante dicen, en los alrededores del templo, pues nada de devolverse a las comarcas sin haber participado con temor y recogimiento, y con una gran pasión cristiana, en la romería por las calles de  la ciudad, arriba y abajo en procesión con la Virgen, cantando lauros en un coro colectivo de voces agudas y graves, como suelen ser en conjunto las voces de la plebe reunida.

Y así ha sido por los adentros y las orillas de los tiempos. La memoria trujillana es mariana por los cuatro costados. Es la fe en la paz lo que anida en los corazones de los trujillanos. Es la paz como emblema sanguíneo por las venas de la historia. Es el fulgor de una creencia y una esperanza, como espirituales atrevimientos de todos los hijos de esta bendecida tierra de Dios.

HISTORIA DE LA VIRGEN DE LA PAZ(1)

San Ildefonso fue uno de los más importantes obispos de la Iglesia en España y uno de esos grandes maestros en la fe a los que los creyentes llamamos "doctores". Entre sus abundantes enseñanzas destaca un entrañable amor a la Ssma. Virgen María, que se esforzó por hacer venerar cada vez más en su Toledo del siglo VII y desde allí en toda la Península. No es extraño entonces que al morir el santo arzobispo un 23 de enero, la Iglesia de Toledo dispusiese que al día siguiente, 24 de enero, se rememorase cada año un milagro mariano atribuido a su extraordinario amor a la Virgen. Una noche de diciembre al entrar la procesión del arzobispo en la Catedral para el canto de maitines, el templo apareció iluminado por un fuerte resplandor: la Ssma. Virgen aparecía sentada en la Cátedra del Santo Obispo indicando así su aprobación a lo que él enseñaba y su patrocinio sobre el lugar, y le obsequió una casulla (manto festivo para celebrar la Santa Misa) a San Ildefonso.

Cuando los musulmanes invadieron España, Toledo cayó en sus manos y la Catedral se convirtió en mezquita. Pero cuatro siglos más tarde, otro milagro de la Virgen en la misma Catedral de Toledo confirmó su protección maternal.

Acababa de reiniciarse una encarnizada lucha por la posesión de la Catedral entre los moros que querían conservarla como mezquita y los cristianos que estaban decididos a recuperarla como catedral, cuando milagrosamente los jefes musulmanes decidieron devolverla a los cristianos. Era la víspera de otro 24 de enero. Al día siguiente con solemnes cultos la Madre de Dios era aclamada como Nuestra Señora de la Paz. Corría el año 1085.

Desde entonces, primero toda España, después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima Virgen. (…) Lo que quería enseñarnos San Ildefonso es lo mismo que necesitamos aprender hoy. Sólo acercándonos a la Virgen, vamos a encontrar la paz: es Jesucristo, "camino, verdad y vida" para todo hombre que viene a este mundo.

(1)Tomado de http://www.oocities.org/athens/ithaca/3527/historia.html

 

LA ADVOCACIÓN DE LA PAZ EN TRUJILLO

La advocación de la Virgen de La Paz nació en Toledo, España, en 1085, durante la dominación árabe, en la guerra entre los moros y los cristianos. El 24 de enero de 1085 en el siglo XI. Desde allí viene su advocación. Advocación es abogar. Advocación es un título que se da a un templo, a una capilla, a un altar por estar dedicado a alguien en específico.  Es la diferenciación de las imágenes para distinguirlas: santo, santa. La Virgen, como en este caso. Le pedimos para que abogue por nosotros. A la Virgen de la Paz le pedimos  especialmente los trujillanos. Ella es nuestra abogada. Eso significa advocación. Advocado es abogado, intermediación, defensa…

El hermano Nectario María dice que Trujillo nació bajo la advocación de la Virgen de la Paz, en este valle o rincón del Muca. “En 1570 logra por fin encontrar sosiego y reposo, poniéndose bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz”.

En Relación Geográfica de la Provincia de los Cuicas, Alonso Briceño dice: “A los nueve capítulos: llámase a esta ciudad Trujillo de Nuestra Señora de la Paz (…) el gobernador Don Pedro Ponce león,  en cierta conformidad  que entre los vecinos se hizo, por ciertas diferencias que traían, la puso Trujillo de Nuestra Señora de la Paz”.

El cronista Francisco Domínguez Villegas dice, citando la obra “Orígenes Trujillanos”, del Dr. Amílcar Fonseca, lo siguiente: “En sesión del 2 de enero de 1629 el cabildo trujillano acordó hacer fiestas rumbosas en honor de Nuestra Señora de la Paz. Compusieron la Junta de fiestas un alférez y dos diputados  y convinieron en que el festival fuese de misas solemnes, toros, máscaras, aseo  y aderezo de calles y plazas, y luminarias; acompañar el estandarte real y procesión; pena de cuatro a ocho reales de buena plata a los que no concurrieren, sobre todo los de a caballo.”

Cuenta el mismo cronista la vistosidad, solemnidad, y fervor popular que han tenido las fiestas a lo largo de los siglos; desglosa el contenido de algunos programas y nombra personajes e instituciones de alta participación.

El cronista S. Joaquín Delgado, en su obra “Crónicas Municipales”, incluye un artículo que refiere algunos aspectos de las llamadas fiestas patronales, y resalta esencialmente la festividad de Nuestra Señora de la Paz. Dice el escritor Delgado: “Tenemos a la vista, enviado desde Caracas (…) un programa para la celebración de Nuestra Señora de la Paz, fechado el día 23 de enero de 1883 e impreso  en la imprenta trujillana de Don  Arístides Carrillo, cuyo exordio dice así: el infrascrito vicario foráneo del  Distrito Capital y Cura de la Parroquia Matriz, etc. En todos los días que se dedican a la festividad, es decir: días 24, 25, 26, 27 y 28. A las 9 de la noche se repartirán las laudatorias de costumbre entre los vecinos de la ciudad, escritas en versos y lujosamente impresa. (……) Más adelante dice el texto del artículo: “La laudatoria de que hablamos, escrita en verso y lujosamente impresa, reza así:

Trujillo se alboroza!

Los montes y los prados

Se ven regocijados

Al día saludar;

Las aves cantan trovas;

Es tierno el murmurío

Del bello y manso río,

Del plácido Castán.

 

Otro trabajo del mismo libro lo dedica Delgado a cronicar la fiesta de Nuestra Señora de la Paz y habla del esplendor que tuvo la festividad en las décadas finales del siglo XIX. Señala los grandes aportes del civilista Juan Bautista Carrillo Guerra. “Por aquel entonces, dice, acudían  a las fiestas de la Paz gentes de todas partes. Los vecinos de los campos de la Chapa, Carmona, el Algarrobo, Montero y otros, vaciaban su carga humana sobre el valle de los Cedros.”

En el folleto “Noticias Documentales del Estado Trujillo ”, el autor Manuel Pinto C, sostiene lo siguiente: “Los Alcaldes Ordinarios de la ciudad de Trujillo, Diego de La peña  y Juan de Segovia, efectuaron un tercero y último traslado al actual asentamiento, con el nombre de Trujillo de Nuestra Señora de la Paz, y es así que hierran los historiadores, pues, mientras que unos  asientan que esto ocurrió en 1569, otros manifiestan que fue el 24 de enero de 1571, cuando en verdad fue el 27 de octubre de 1570.” Dice Vargas de los documentos de Pinto C, lo siguiente: “En el primer legajo se encuentra  el documento de asentamiento  en el cual consta que el 27 de octubre de 1570, reunidos en su cabildo, como era costumbre, los alcaldes ordinarios Diego de La Peña y Juan Segovia y los regidores  Juan Bonilla y Francisco Terán, para en nombre de su Majestad fijar dicha ciudad en aquel asiento, aprobando y laudando todo lo hecho y lo actuado sobre la fundación y reedificación con el nombre de Trujillo  de Nuestra Señora de la Paz para que ella con su infinita bondad intercediera con su bendito hijo dando Paz, concordia, amistad y conformidad entre sus vecinos”

Antes, en varios lugares de la gran nación Cuica, antiguo territorio indígena sobre el que estaría este estado, los conquistadores españoles establecieron ciudad: Escuque, Motatán, Boconó, Pampán. Allí necesariamente hubo iglesias y por consiguiente, imágenes que fueron trasladadas de unas a otras, o que se quedaron;  entre ellas San Roque, Santiago Apóstol, y porque nó la misma imagen de Nuestra Señora de la Paz. Esto lo deducimos por las primeras cofradías. Lo cierto es que el nombre y la imagen de la Virgen de la Paz está entre nosotros desde los primeros tiempos, en la crónica: “La Capilla de Nuestra Señora de la Asunción”, incluida en su libro crónicas del Boconó de ayer (segunda serie), el autorizado cronista José Ma. Baptista dice: “Fue alrededor del año de gracia de 1765 cuando el Pbro. Antonio Sarmiento obtuvo autorización para construirla y para que en ella pudieran realizarse algunas funciones del culto, tales como Misas, bautismo, oficios de difuntos, etc.” (p.9). Y dice más adelante: “Había nueve cuadros al óleo representando a San Miguel, San Rafael, San Isidro, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de la Paz (subrayado nuestro), San Francisco, Nuestra Señora de la Concepción, San Antonio de Padua y la Divina Pastora.” (p. 10)

Antes de esta Iglesia Matriz, o Catedral, en el centro de la pequeña urbe trujillana, hubo dos pequeñas construcciones fabricadas en las décadas finales del siglo XVI e iniciales del XVII. Historiadores coinciden sobre este hecho, fundamentados en  los escritos del obispo Mariano Martí. Luego de investigar sobre esto, Monseñor Hernández  Peña, en su interesante trabajo, “Esta Iglesia Parroquial de Trujillo” asienta: “Sobre  el lugar sagrado que pisamos hubo sucesivamente dos templos antes del año 1630, que señalan el comienzo del tercero y último que es el que nos abraza en este instante (…) Sobre la parcela de cien varas por lado se construyó un rústico templo de una sola nave, con paredes de bahareque, techos de palma y pisos de ladrillo. Aquella iglesia, continúa diciendo Hernández Peña, atendida por los misioneros dominicos desde 1606, no estaba hecha para desafiar tanto aguacero y ventolina”.

“Es el obispo de caracas y Venezuela, Antonio de Alzega, de la orden de San Francisco, quien por 1608, ordena la erección de una nueva iglesia. Es la que se reedifica con el título de “Señor Santiago”. Y cita a Briceño Iragorry quien asienta que, “en las partidas bautismales del siglo XVI yo he leído: estando en la Santa Iglesia Parroquial de el Señor Santiago Apóstol. También se llama por entonces de “Nuestra Señora de la Paz”. Subsistió este nombre por coincidir con el de la propia ciudad.” 

En estas pequeñas iglesias tuvo que haber imágenes, esencialmente de estos epónimos; y, por lógica, la de la Virgen de la Paz, que era la Protectora de la ciudad.

Hacia 1629 o 1630, es cuando se comienza la edificación de la tercera Iglesia Matriz de la ya formada y fortalecida ciudad de Trujillo. Con toda propiedad en su trabajo “La Catedral de Trujillo”  el historiador  Marcos Rubén Carrillo relata todo ese proceso de construcción hasta 1662, fecha fundamental de la historia eclesial trujillana, en que se inaugura y bendice la célebre Iglesia Matriz que nos ha cobijado desde entonces a los trujillanos. Dice Carrillo que, “tras una serie de vicisitudes, finalmente en 1662 se concluye la estructura de la Iglesia, se bendijo y se dio al servicio del culto”. Allí, en su interior, ha debido estar entronizada la imagen protectora de la Virgen de la Paz. Así tuvo que ser, por lo que refiere Carrillo, cuando dice: “Para las ceremonias de bendición se acordó hacer fiestas rumbosas en honor a Nuestra Señora de la Paz. Componían la junta de festejos el alcalde, un alférez, dos diputados y tres notables de la ciudad, se convino en que el festival fuese de misas solemnes, toros y máscaras, se acordó el completo aderezo de las calles y plazas se acordó prender luminarias y se decretó la obligación  de acompañar el estandarte real  y la procesión bajo la pena de multa de cuatro pesos a ocho reales de buena plata a los que no concurrieren, sobre todo los de a caballo.”

Es cierto, como dice monseñor Hernández Peña: “Siempre han caminado juntos Trujillo y su dulce Patrona. Desde la más temprana edad de la ciudad, su nombre ha sido Trujillo de Nuestra Señora de la Paz, o Nuestra Señora de la Paz de Trujillo, como se lee en los documentos primigenios, y luego por varios siglos también hasta la reducción moderna que  sólo dejó la designación civil o política”. En todo caso: “La misma persona de la Madre de Trujillo y Señora de la Paz nos alegra”, confiesa el citado autor. Y agrega: “Cuando nuestros abuelos trujillanos de cuatro siglos atrás peregrinaban en busca de su ‘tierra de promisión’ para el asiento definitivo, la Virgen Santísima de la Paz era entre aquellos romeros como una nueva. ‘Arca de la Alianza’ como ‘columna de nube’ en este éxodo andino indicado una esperanza, una presencia, un amparo. Valle de los Mucas o Quebrada de los Cedros; poco importaba el nombre a aquellos voluntarios pobladores que con sus bártulos y su Señora de la Paz a cuestas iban tomando posesión de este verde collado en 1571. Ya no hay más que un nombre y para siempre: ‘Trujillo de Nuestra Señora de la Paz”.

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