Uno
de dos, no hay para dónde coger. Estamos en presencia de una oración gramatical
simple o de una oración gramatical compuesta, aunque a veces, las normas las
distorsionan o nos distorsionan a nosotros también. Usted dicta la regla, y
entonces el ejemplo dice lo contrario. Lo absorbe a uno la bendita norma de
construcción morfosintáctica, y hasta la misma visión gráfica del enunciado
deja ver claramente lo que usted construye de acuerdo con lo reglado. Pero,
aparece la excepción como una impronta, que le tumba lo que usted con tanta
erudición y academicismo, y a veces hasta con jactancia, había escrito delante
de los asombrados alumnos. Usted, luego de una larga exposición técnica, en la
que deja aflorar su vasto dominio de la gramática, o para más tecnicismos
modernos: la Morfosintaxis, con lujo expresivo define y dicta entre concepto y
características, que: “Oración simple es aquella que tiene un solo verbo”. Y
ahí va el ejemplo: El joven tiene vacación científica, en la
que la palabra tiene es el verbo… Pero, poco después, en otro
momento de la explicación dice que también, “oración simple es una construcción
del habla que se puede descomponer en sujeto y predicado”. Y de inmediato asoma
el ejemplo: Las flores que compré tienen colores vistosos. Y
no ha terminado de copiar la última palabra, cuando un alumno lo interrumpe y
le dice que en esa oración hay dos verbos: compré tiene, profe, le
increpa… ¿Y entonces?
Y aquí, Dios mío, comienza el tormento
de la bendita construcción gramatical. Comienzan a aparecer los “peros”, porque
resulta que esa última oración es simple si se parte en sujeto y
predicado, las flores que compré, sujeto y tienen
colores vistosos, predicado; como efectivamente puede
hacerse. Y es compuesta, porque tiene dos verbos personalizados: compré y tienen.
Y más que compuesta, es compleja, porque además de subordinante tiene
relacionante. Tiene subordinante porque todo relacionante es subordinante, pero
no todo subordinante es relacionante, como también ocurre. Y resulta además que
en la oración no aparecen oraciones simples sino proposiciones, ya que las
oraciones simples que forman la oración compuesta se llaman proposiciones. Es
porque hay oraciones compuestas que tiene proposiciones independientes (las coordinativas);
pero, a su vez, sucede que también las hay con proposiciones dependientes, como
las subordinativas. Y unas proposiciones son principales y otras secundarias.
También unas son subordinantes (las principales) y otras subordinadas (las
secundarias). A lo anterior, sumamos que en la denominación teórica no
prevalecen las formas principales, (que no hacen nada por ser núcleo), sino
resaltan las formas secundarias, que son modificadoras. El enredo que se forma
es, en verdad, un verdadero conflicto productor de un dolor de cabeza al
profesor, y al desprevenido alumno, más perdido que el hijo de Limberth, como
suele decirse.
El tema de la oración gramatical se las
trae, desde Añorga hasta Carratalá. Añorga, lo más tradicional; Carratalá, lo
más actualizado, contando con otros de la vieja escuela y de la nueva escuela;
este último caso, como debe ser, por razones de actualización. En ocasiones, la
didáctica gramatical, se convierte en un verdadero juego pedagógico en el
proceso de su enseñanza. A veces deviene un proceso de malabarismo y de
peripecias, para hacer llegar el conocimiento al grupo. No obstante, se goza y
se hace divertido cuando uno asume el trabajo con responsabilidad y placer.
Dígame lo que pasa con el manejo de la
terminología por parte de los autores. En este aspecto, debemos utilizar la
mayor cantidad de autores calificados y también actualizados; aunque uno, por
tener su corazoncito, tiene sus preferencias, y se va por determinados caminos
gramaticales. En este caso, se echa a rodar por los conceptos y posiciones de
autores escogidos. Lo importante, es obtener una buena visión de conjunto y
manejarla con suficiencia. El conocimiento actualizado es una de las más
solicitadas responsabilidades al docente-facilitador: el manejo eficiente de la
materia que está enseñando.
A manera de información al lector, no
conocedor de lo que es morfosintaxis, le digo que, metafóricamente, la
morfosintaxis es el esqueleto del idioma, su columna vertebral. Y ciertamente,
es la forma y la función de la palabra dentro del discurso; la cruz
o intersección entre, una parte llamada Morfología, y otra, llamada
Sintaxis, que trabajan al unísono en la formación o construcción del discurso.
Y se requiere la concurrencia de las dos, a la vez, para que la lengua (el idioma)
funcione. Porque, no podemos comunicarnos desde la perspectiva morfológica
únicamente, ni desde la sintáctica, sino que nos comunicamos mezclando sus
componentes de acuerdo a las normativas de que nos provee la señora gramática.
Una, la Morfología da sus elementos (paradigmas), para que la otra, la sintaxis
pueda constituir sus elementos (sintagmas). Y una vez mezcladas o combinadas,
aparecen las oraciones que son las unidades de una lengua comunicadora y con
sentido.
Colateralmente, la filosofía y la
lógica, tienen una notable injerencia en estos tormentosos laberintos por donde
transitamos los que tenemos que enseñar gramática y lingüística. Palabras como
juicio, idea, pensamiento, paradigma, sintagma, sentido, y otras abstracciones,
sirven de constituyentes en la edificación de la llamada oración gramatical.
Desde Añorga (para no irnos tan lejos en el tiempo), ha sido así. Dice Añorga,
al definir la oración; “Conjunto de palabras coordinadas que expresan un
pensamiento o juicio”, para idear un concepto esencialmente semántico, es
decir, basado en la significación. Pero, asimismo, vemos que desde muchos
siglos atrás, desde Prisciano, pasando por la gramática más tradicional, y
hasta en lingüísticas actuales, han dicho lo mismo o casi lo mismo:
“la oración es la expresión hablada de un pensamiento”. Otro escribe: “Es una
unidad de sentido del discurso”. Muchos autores la definen desde el punto de
vista sintáctico. Existen autores que la conceptúan desde la morfología, y aún
otros lo hacen morfosintácticamente, como vemos que sucede técnicamente con el
concepto actualizado de Ernesto Carratalá, al decir que: “El conjunto de
palabras lingüísticamente prefecto es la (oración): sintácticamente autónoma,
contienen una comunicación completa. Y casi inmediatamente después anota: “A su
vez, la oración puede estar formada por (proposiciones), conjuntos de palabras
estructuralmente iguales a la oración, pero relacionadas sintácticamente entre
ellos e incompletos en su significación”. Como para decirnos que la oración
tiene significado en sí misma, en tanto que la proposición no lo tiene, con lo
que entramos nuevamente en esos enredos a que nos acostumbra esa gran señora
del idioma que se llama Gramática; vieja de verdad, cambiante y acomodaticia en
su edad de siglos, desde los griegos hasta hoy.
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