Página de Historia Regional

miércoles, 30 de julio de 2014

Biblioteca Oficial 24 de julio

ULA-NURR-CILL

RESEÑA HISTÒRICA

            Aunque probablemente, vista la tradición cultural trujillana, hubo pequeñas bibliotecas en la ciudad de Trujillo, o en otras  de las ciudades del estado (Boconó, hacia 1880 tenía una institución llamada “Sociedad Recreativa y Progresista”, donde estuvieron los poetas Prisco Villasmil y Francisco Bocaranda), y debió haber un registro bibliográfico. Sin embargo, fidedignamente, no fue sino en octubre de 1909, cuando efectivamente comenzó en el estado una política concreta sobre la creación de bibliotecas públicas, a través de un decreto de Victorino Márquez Bustillos, emitido el 28  de octubre de aquel año, con motivo del onomástico del Libertador Simón Bolívar (durante muchos años se estuvo celebrando esa fecha  en octubre). Este decreto apareció publicado en la Gaceta Oficial de Trujillo, Nº 341 de noviembre de 1909. Veamos algunos de sus pormenores.

“En Trujillo y demás Distritos”

BIBLIOTECAS POPULARES SIMON BOLIVAR

         Fue el 28 de octubre de 1909, cuando por un decreto de la Presidencial del Estado, se ordenó la instalación de bibliotecas populares  en la Capital y en la cabecera de los restantes distritos del Estado, con el fin de glorificar aún más el nombre del Padre de la Patria y como consagración de su ideario en la fecha propicia de la celebración de su onomástico que, por costumbre de aquellos años, se efectuaba cada 28 de octubre.

          Era Presidente del Estado el Dr. Victorino Márquez Bustillos y Secretario General José Antonio Tagliaferro. Resaltaba el decreto que, “la creación de las bibliotecas públicas contribuye a la cultura intelectual de los pueblos y proporciona fuente segura de información y de consulta a los ciudadanos y las autoridades.”

         Entre las características de aquella empresa de civilización destacaban, entre otras, que funcionarían una en cada distrito, con el nombre de “Biblioteca Popular Simón Bolívar”, administrada por una junta de cinco miembros nombrada por el Ejecutivo, de su seno se escogería  el bibliotecario, este bibliotecario no permitirá que se extraigan libros del centro, se llevará un catálogo de las obras, la biblioteca debe estar situada en un lugar céntrico de la población, se abrirá al público durante dos horas diarias, por lo menos,  y el horario se fijará en un cartel exterior.

(1910) Fue en enero del año siguiente, cuando se nombraron las tales juntas administradoras, mediante una Resolución, de la que extraemos los nombres de quienes conformaron la de la ciudad de Trujillo: Principales.  Ciudadanos General Juan Pablo Bustillos, Juan Bta. Carrillo Guerra, Doctor Juan Francisco Bustillos, Doctor Alfredo Carrillo, Doctor Amílcar Fonseca. Suplentes: Ciudadanos Doctores Pedro Martínez y Ramón Almarza; Bachilleres Manuel María Márquez, Neftalí Valera Hurtado y Silvio Villegas.

         Fuentes:

1.   Periódico Repertorio Trujillano. Centro de Historia del Estado.

Nº 3 año I Junio, 2006.

2.   Gaceta Oficial de Trujillo: Nº  351 – 26 – 01 – 1910.

Durante años, la poca actividad bibliográfica que hubo en el estado, se diluyó en las actividades que tocó cumplir a la Instrucción Pública y a los periódicos que estuvieron circulando.

LA CREACION DE LA BIBLIOTECA DEL ESTADO – 24 DE JULIO

Decreto Oficial de 1930

         Con motivo del Homenaje al Libertador Simón Bolívar, en el centenario de su fallecimiento, en 1930, el General Emilio Rivas, Presidente del Estado Trujillo, emitió un decreto general para la conmemoración. Igualmente hizo publicar el PROGRAMA DEL ESTADO TRUJILLO para celebrar el Primer Centenario del fallecimiento del Libertador SIMON BOLIVAR.  Estos actos  cubrieron todo el territorio del Estado, entre el 10 y el 19 de diciembre de 1930. Y un PROGRAMA COMPLEMENTARIO que  se llevó a efecto entre el 20 y el 21 de diciembre de ese mismo año. Entre los aspectos principales del programa, en la ciudad de Trujillo, “la erección de un Monumento de tamaño heroico que contenga la estatua  ecuestre del  Libertador…” (19 – 04 – 1930) Y el decreto de creación de la Biblioteca Pública de Trujillo, de fecha 24 de julio de 1930.

Decía el Decreto, en su artículo 1º: Procédase a instalar en esta ciudad un Salón Publico de lectura que se denominará “Biblioteca 24 de Julio”,  destinada a la lectura general y en especial al conocimiento de la vida,  ideas y hechos originales del Padre de  la Patria, general Simón Bolívar, que se inaugurará el próximo 17 de diciembre, como uno de los actos con que el Gobierno del Estado, conmemorará el día en que se cumple el primer  centenario de su fallecimiento.” (Memoria y Cuenta. Secretaría       General del Gobierno. Trujillo – 1930 – p. 37)

La Biblioteca fue inaugurada oficialmente el día 16 de diciembre de 1930. Decía el programa correspondiente:

A las 9 a.m.- Inauguración de la Biblioteca Pública, denominada “Biblioteca 24 de Julio", en la Casa Principal de la Casa Municipal donde  funcionara anteriormente la Gobernación del Distrito Capital. Discurso por el señor   Eladio Álvarez de Lugo, Inspector Técnico de Instrucción de este Circuito. (Memoria, 1930 p. 43)

Con fecha 7 de noviembre de 1930 fue publicada la Ley Reglamentaria de la Biblioteca 24 de Julio.

BIBLIOTECA “24 DE JULIO”

General Emilio Rivas

Presidente del Estado Trujillo

Considerando:

         Que el próximo 17 de Diciembre, primer Centenario del fallecimiento del Libertador, se inaugurará en esta ciudad una Biblioteca del Estado Trujillo, bajo el nombre de BIBLIOTECA 24 DE JULIO, en recuerdo del día natalicio del Padre de la Patria; y que dado el carácter público de esta instalación y lo valioso de su acervo cultural, se requiere una Ley Reglamentaria que regule sus funciones y fije las garantías necesarias para su conservación y desarrollo;… (Memoria, 1930 p. 224)

         Aquella Ley apareció estructurada de la siguiente manera:

Artículo 1º, con los literales A-B-C-D-E-F-G-H, I-J-K-L-LL

Artículo 2º -3º - 4º - 5º - y 6º

Y entre otras disposiciones, tenemos:

Artículo 1º - letra A: Los libros, obras, folletos y muebles que integran en la  actualidad la expresada Biblioteca y los que ingresen en lo sucesivo, se declararán bienes del dominio público del Estado, de carácter inalienable.

Letra B: de su composición

Letra C: del gobierno y vigilancia de la Biblioteca. Competía la misma al Presidente de la Corte Suprema del Estado, al Presidente del Concejo Municipal y al Gobernador del Distrito Trujillo.

Otras disposiciones

         El primer Bibliotecario fue el señor Juan Agustín Martínez, quien permaneció en el cargo, desde la creación de la Biblioteca, hasta febrero de 1935 cuando falleció. Fue nombrado para sucederlo, el señor Pedro Santini Ordoñez: Decreto del 23 de febrero de 1935. (Memoria y Cuenta – 1935 p. 32)

El poeta Pedro Santini Ordoñez fue el gran Director de la Biblioteca 24 de Julio. Por largos años estuvo al frente de la misma. Trujillo le debe el homenaje. Y fue el señor César Valecillos, honorable ciudadano trujillano, su primer Portero. Permaneció en el cargo hasta 1935 cuando fue sustituido por el señor Indalecio Briceño.

En 1942, en el mes de julio, con motivo del decreto de creación del Ateneo de Trujillo, la Biblioteca 24 de Julio, fue adscrita a la nueva institución.

El artículo 1º del decreto decía: Se crea el “Ateneo de Trujillo”, corporación de  carácter literario y artístico…”

El artículo 3º del decreto decía: Refórmese, de acuerdo con las Instrucciones técnicas nacionales en las materias respectivas, el Museo de Historia y Ciencias Naturales “Cristóbal Mendoza”, el   cual junto con la Biblioteca “24 de Julio “y el Colegio de Abogados del Estado, funcionarán en la misma referida mansión histórica. (Periódico PRESENTE, Nº 22 de fecha 25 de julio de 1942 p. 1)

         Durante éste y los años venideros, la Biblioteca estuvo cumpliendo una inmersa labor de servicios culturales en Trujillo. Así, hasta su nuevo destino, a partir del año 1958.

En 1958, siendo Gobernador del Estado Trujillo, el Dr. Mario Briceño Perozo, gobernante cultural por excelencia,  fue creado el Centro de Historia del Estado Trujillo, mediante Decreto del 24 de Julio de aquel año. Echó las bases y le dio a Trujillo prestigio como ciudad académica. El artículo 5º del referido decreto, decía: “EL CENTRO DE HISTORIA DEL ESTADO TRUJILLO funcionará en la casa donde se firmó el Decreto de Guerra a Muerte, antigua sede del Ateneo de Trujillo, es decir, la misma casona en que venía funcionando la Biblioteca 24 de Julio.

         No obstante, fue por un subsiguiente decreto, esta vez del 11 de agosto de aquel fortunoso mismo año, que se dispuso (artículo 3º del decreto) destinar la casa anteriormente nombrada (la vieja casa donde se firmó el Decreto de Guerra a Muerte), para sede permanente de la Biblioteca “24 de Julio”, Museo “Cristóbal Mendoza” y Archivo General del Estado. (Fuente: Periódico Sabatino: Nº 315 del 16 – 08 – 58 p. 2)

         Es bueno hacer destacar que, desde 1947, la Biblioteca 24 de Julio estuvo compartiendo espacios con otra biblioteca, esta vez propia del Ateneo de Trujillo, llamada Biblioteca “Andrés Bello”. Cuando el ateneo se mudó para su nueva sede en el moderno edificio de la Avenida García de Paredes, se llevó su biblioteca, y quedó la “24 de Julio”, prestando servicios en el Centro de Historia.

         El Centro de Historia creó también su propia biblioteca, y en consideración a que la casona de la Guerra a Muerte, no contaba con espacio suficiente para el crecido repositorio  bibliográfico, a lo que había que sumar el repositorio hemerográfico, se construyó el local anexo, al fondo de la casa, y allí se ubicó en la planta baja, la Biblioteca 24 de Julio y el fondo hemerogràfico; y  en la parte alta, la Biblioteca del Centro.

         En una sala anexa, debidamente acondicionada, se instaló la Biblioteca del Dr. Mario Briceño Iragorry, donada por sus familiares.

         Todo este repositorio bibliográfico y hemerográfico, desapareció abrupta e inexplicablemente, a raíz de la toma que se hiciera a la Institución, en diciembre del año 2010. Hasta el momento no se sabe a dónde fue a parar aquel rico patrimonio del Estado; herencia cultural histórica perdida para siempre, una de las más alevosas afrentas hechas a la inteligencia, al trabajo creador y a la moral de nuestra comunidad.

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jueves, 24 de julio de 2014

Glorias Patrias (y III)

EL DÍA DE BOLÍVAR, 24 DE JULIO

El día de hoy está señalado por la historia en el mundo como celebrativo del natalicio del más universal de los venezolanos, glorificación humana del sentido americano, el hombre que le dio Patria propia y libre a un Continente: SIMÓN BOLÍVAR.

La historia venezolana viene repitiendo estas fechas para que los hijos de la patria adquieran el sentido de la nacionalidad y de la ética, es decir, el compromiso que a todos nos atañe de luchar a brazo partido por un mejor destino para una nación merecedora de la vanguardia del Continente, por ser en ella donde brilló por vez primera la luz de la libertad y porque en sus suelo hubo la germinación temprana de la justicia y de la igualdad, por la acción de una generación a cuya cabeza siempre apareció Bolívar, cual signo premonitorio de que sería en el tiempo el Padre de la Patria, el forjador de la libertad y de la conciencia venezolanas.

El día de hoy tiene sentidos multiformes: DÍA DE LA MORAL debería llamarse, porque su virtud fue madre y génesis que permitió el devenir de la justicia, la libertad y la igualdad.  Mírese a Bolívar desde cualquier ángulo y se verá extendido el signo de la moral.  Analícese cualquier sentencia suya y la misma no será sino un compendio de moral en el dictado ejemplar de la conciencia… “La verdadera igualdad no existe sino en la formación y delante de la ley que liga y comprende a todos indistintamente, premia y recompensa al virtuoso, al justo, al sabio, al valiente, al honrado, al prudente, al industrioso, al activo y al benéfico; castiga y reprime al vicioso, al injusto, al inmoral, al cobarde, al temeroso, al holgazán y al perezoso”… Es signo de moral humana la formación del hombre para ponerse al servicio de los que necesitan, que son los más, sobre todo en esta geografía cargada de necesidades existenciales, en las que el hombre debe actuar con plena solidaridad social.  Pero, ¿hasta qué punto estamos siendo solidarios?...

Es moralidad también una legislación bien aplicada sobre el imperio de la imparcialidad y la equidad; sin embargo, la ley venezolana cada día se parcializa y se mediatiza más.  Por eso, la moral bolivariana es cátedra urgente que requiere estar en la academia, en la universidad y en la calle; en todos los estratos de un país que se nos está quedando sin los signos morales fundamentales. Y si con Bolívar hemos tratado de construir el país moral, mal podemos entonces sin Bolívar, querer construir este otro país que puede ir, de no haber una rectificación de rumbos, al abismo por la degradación permanente.

El signo histórico del Libertador descansa en una pluralidad de acciones cumplidas a lo largo de su periplo vital. Su papel humano es inconmensurable, dedicado casi en su totalidad a la causa de la liberación de los pueblos hispanoamericanos.  Vivió poco, es cierto, pero cada segundo de su vida es como un siglo de ejecutorias, todas ellas brillantes en obsequio de la libertad.  Su utopía se muda de la palabra a la acción, de la idea al hecho concreto, en un paralelismo que cristaliza finalmente con la libertad de América.

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viernes, 4 de julio de 2014

Glorias Patrias (y II)

EL 5 DE JULIO: FECHA NACIONAL FUNDAMENTAL

 Un exordio necesario

Hay como una premonición en la sentencia de Bolívar en la Sociedad Patriótica. Dijo el Libertador: "Vacilar es perdernos". Y en el contexto venezolano de esta hora democrática, parecieran resonar las palabras bolivarianas cuando pensamos que ahora también nos podemos perder si vacilamos en tomar las decisiones trascendentes y urgentes que se requieren para que el país emerja de esta crisis que lo mantiene enfermo y a punto de sucumbir en muchas de sus instancias fundamentales. El país se resiente de una problemática política y social que antes de enfrentamientos debe concitar la atención y el interés de todos los ciudadanos para buscar soluciones precisas a los padecimientos y para colocar a la nación en una onda propicia de desarrollo y de prosperidad. Pero ocurre que el silencio de muchos está haciendo daño, tanto como la mirada de indiferencia de otros que nada quieren aportar a la causa venezolana, porque no les interesa nuestra suerte o porque simplemente piensan que los asuntos del Estado es competencia privativa de los funcionarios. Nada más contrario a la verdad; el país es una sola comunidad de intereses compartidos por todos los habitantes y su suerte es nacional y colectiva, por lo que tenemos que reconocer que si no cambiamos nuestra actitud y nuestra conducta es posible que nos “perdamos” en el sentido bolivariano del término, que vale decir, Venezuela involucionará en su sentido democrático, en su ideario constructivo y en la posibilidad de los cambios sociales que son inmanentes a su condición de nación libre y soberana.

El ideario libertario

En las fechas patrias hay que buscar las huellas de los libertadores para caminar sobre ellas. Ellos hicieron el país, le dieron fisonomía y lo cedieron a las generaciones de la historia para su construcción definitiva. Ellos fueron a las cumbres de las montañas para descubrir el punto en que nace la libertad, y de ahí bajaron para estamparla en el rostro del individuo, del pueblo y del país, en una sola concurrencia de elementos constitutivos. Ellos se hicieron autores de la soberanía, que no es otra cosa que el albedrío que tiene el pueblo para dirigirse y para nombrar las formas de su propia conducta. Ellos no vacilaron en los momentos cruciales, sino salieron al frente de todos los compromisos, y decidieron ofrendar la vida, de ser preciso, para la búsqueda de la libertad que le era negada por el imperio español. Y a más de doscientos años de distancia, el país venezolano, el heredero de las glorias de los libertadores, vacila en el pesimismo de una institucionalidad a la que se le hace difícil el entendimiento de la praxis de la democracia total, porque intereses parciales niegan el desarrollo de las potencialidades que, como sabemos, son muchas, desde lo natural mismo hasta lo humano; naturaleza y hombre como fuerzas para la misión trascendental del pleno desarrollo.

En múltiples instancias, posiciones, ideologías, etc., la historia nacional ha contado los sucesos políticos que eclosionaron aquel 5 de julio de 1811. Un poco de tiempo antes, la efervescencia social de una dirigencia con ardor pasionario y adoctrinado; con valores políticos y económicos en boga, había hecho mella en la conciencia social caraqueña. El 19 de abril de 1810 abrió las puertas al debate definitivo de lo que sería la cruzada histórica de la Independencia venezolana. Desde aquel día, aparecieron las posiciones encontradas “entre los sostenedores de un nuevo orden político y los partidarios de la monarquía”. “La juventud revolucionaria que se agrupaba en la Junta Patriótica, presidida por un hombre de tanta experiencia y de tanto mundo como el General Francisco de Miranda, abogaba por la independencia y presionaba al Congreso para que diera este paso”. Jamás se hace borrosa aquella generación primigenia para la posteridad venezolana, y jamás debemos olvidar los postulados de un grupo de hombres jóvenes que anhelaban otro destino para la tierra de origen. En aquel suceso estaba naciendo un cabal concepto de Patria en lo que ésta tiene de libertad, de justicia y de igualdad. Nada detendría el curso de la historia sólo la libertad era la consigna anidada en el cerebro y en el corazón de aquella gente que con pies firmes se atrevió a desafiar al imperio europeo para decirle basta, desde ahora será la ideología de los venezolanos la que rija este país y su destino. Esta generación fogosa y valiente constituida en Junta la integraban entre otros:

José Félix Ribas, Miguel Peña, García de Sena, los Salias, los Montilla, Coto Paul y Simón Bolívar. Este último, ya depuraba su alma para la causa de la libertad, marchaba a la vanguardia dentro del movimiento, y a juicio del historiador, “era uno de los principales que tomaron secretamente el movimiento del 19 de abril”.

Aquella generación había puesto rótulo a su misión terrena; hallar la libertad a costa de todos los sacrificios exigidos y por encima de las mismas contingencias de la vida. Sin embargo, no todo fue fácil, el Congreso resistía la presión de los noveles tribunos, dudaban si sería tiempo de dar el grito de independencia. “Y previendo, anota Baralt al ver el encarnizamiento de los realistas, el cúmulo de horrores que podría sobrevenir. Había en el congreso hombres que apoyaban la hostilidad de las autoridades españolas en Maracaibo, Coro y Guayana, para mostrarse demasiado cautos. El tiempo transcurría en inútiles discusiones sobre puntos secundarios de la administración gubernativa y económica, mientras que el punto capital que era el rompimiento a la sumisión imperial se difería. Con esto progresaban la inquietud y el desasosiego. Los republicanos más recelosos, por ser los que se habían aventurado a fondo en la empresa, dábanse por engañados y vencidos y los realistas, para quienes cada momento de dilación era una ventaja, trataban de prolongarla y mostraban cada día mayor satisfacción y confianza. Tal era el estado de cosas a principios de julio de 1811"

No Obstante, nada detendría el espíritu y la razón de aquellos ciudadanos. No habría fuerza humana capaz de impedir la empresa nacional, ni siquiera los horrores vislumbrados en la praxis de una guerra que efectivamente se dio por largos años, y que tantos desvelos costó a la causa de la nacionalidad. Y así tiene que ser la misión del hombre auténtico que da sentido a la vida por una causa noble. Participar en lo social para que el país alcance un sistema de vida que beneficie a un colectivo, debe ser la condición de la persona humana formada en la virtud y en los valores fraternales.

Aquellos Valores Fraternales

El país de aquel tiempo era una contradicción de modos y sistemas sociales encontrados, opuestos y enfrentados; los que veían la conveniencia de mantener el orden establecido por medio de un pacto de sumisión a la Corona, y aquellos que soñaban con la libertad, vislumbrada en todos los horizontes del joven país, en los que habría de tener razón de ser nación como era ya un hecho vivido en lejanos países del viejo continente. Y en la proyección de la historia, la contradicción venezolana pareciera seguir existiendo igual; por una parte, aquellos ciudadanos apegados a sus intereses más particulares, que se enroscan en posiciones económicas y políticas para usufructuar los mejores réditos, y que no quieren ni desean ver otra realidad nacional que no sea la que les conviene; y aquellos otros, que quieren disfrutar de los bienes de la democracia, empeñados en la afirmación de ese sistema de vida que mantiene a las sociedades, siempre dispuestas hacia nuevas y provechosas aperturas. El optimismo nacional, sin embargo, se sobrepone a la sumisión, y en fechas clásicas como esta del 5 de Julio, se presenta propicio el ambiente para asomar denuncias y tomas de conciencia, hacer llamados al orden y a la responsabilidad, y que el país tanto en lo nacional como en lo político, asuma conductas esencialmente más apropiadas a la gran causa venezolana por la solidaridad, el encuentro y la misma pluralidad

La sociedad patriótica marcó un hito en la conducta venezolana de 1811. El estilo social de sus miembros dejaba entrever una conducta comprometida que daría en breve buenos frutos, como ocurrió en la realidad. Había en la calle la confesión clandestina de la necesidad de abrir nuevos fuegos para la imposición de otro estado de cosas distinto al imperante.

Había la expresión de una convocatoria a la declaración de independencia que viniera a significar una mejor vida para una patria ya afinada en territorio y definida en población. La visión política de aquellos gestores se enmarcaba plenamente en el porvenir, y ellos quisieron cambiar la fisonomía nacional, “cambiar enteramente todo el viejo orden de: colonialismo, opresión política, injusticia económica, desigualdad y esclavitud, separación entre nuestros pueblos y atraso cultural. Se buscó hacer una autentica sociedad nueva en América con libertad, independencia, democracia, justicia agraria, igualdad social absoluta, unidad y desarrollo de la cultura”.

 5 de julio, la Independencia en una proclamación

Si vemos el caudal integral de sus postulados, tendremos que conferir obligatoriamente un hondo significado a la Declaración de la Independencia Nacional. La simple enumeración de hechos presentes concomitantes en la vida social de aquellos años, venía forzosamente a estimular la apetencia ética del hombre hasta hacerlo partícipe de la idea de la libertad. El colonialismo marcaba la vida más importante, sin dejar vías de escape a muchas iniciativas sociales distintas, y ello mismo llevaba a la praxis de una gran opresión política y económica, lo que se traducía en el mantenimiento de un hondo estado de atraso educativo y cultural que impedía al hombre del pueblo mirar un poco más allá de sus propias y grandes limitaciones. La opresión niega la libertad y la justicia y antes del 5 de Julio de 1811, estos eran los signos rectores de nuestra vida y precipitaron la actuación de los patriotas, que reunidos en junta se decidieron a dar la gran batalla política que llevó indefectiblemente a aquel glorioso día 5 del mes de julio de 1811, cuando en congreso se acuerda declarar solemnemente la independencia absoluta de Venezuela. El 5 de Julio de 1811, ciertamente, se declara la Independencia Nacional, el Acta se firmaría días después y con ello, Venezuela se declaraba libre y soberana, sin dependencia de nadie. La primera Constitución de nuestra patria dejaría asentada para la posteridad esta condición de emancipación. La acción produjo la República. Las reacciones no se hicieron esperar. Apareció el largo proceso de la guerra emancipadora, hasta la victoria culminante y definitiva dada en los campos de Carabobo el 24 de junio de 1821.

El significado de esta fecha genésica

El 5 de Julio 1811 es la génesis del sentido de la patria venezolana. El momento de una osadía y el nacimiento de otra todavía más arrogante y agresiva. El ideario de la patria era indetenible, como tiene que ser toda misión que busque el mejoramiento de las condiciones existenciales del ser humano y de los pueblos.

El 5 de julio de 1811 es la fecha divisoria entre el pasado y el presente inicial de nuestra Patria, si consideramos el pasado como un  estado negador de la libertad con su carga de acontecimientos y hechos contrarios; y el presente como el estado auspiciador y sostenedor de las libertades que sustancian la justicia y la igualdad.

Retomando el hilo de los sucesos de la alborada de la venezolanidad republicana, podemos asentar que la diputación nacional se propuso atizar el fuego social para generar un clima propicio a la revolución. El historiador Baralt no cree que los diputados hicieran de esta manera los preparativos para la sesión clave del 5 de Julio. Sin embargo, hay un hecho cierto “y es que en el curso de una tumultuosa sesión de la Junta el 3 de julio, Bolívar pronuncia allí un encendido discurso. Fustiga en él a los que propagaban la especie de que la Junta Patriótica pretendía usurpar las funciones del Congreso y rechaza de una vez por todos los temores y la ambigüedad de algunos representantes. Su elocuencia precipita los acontecimientos. “No es que hay dos congresos dice. ¿Cómo fomentan el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva para animamos a la gloriosa empresa de nuestra Libertad. Unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviéramos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o los conserve, si estamos resueltos a ser libres? ¡Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas! Que los grandes proyectos deben prepararse en calma. ¿Trescientos años de calma no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana; vacilar es perdemos. Que una comisión del seno de este Cuerpo lleve al soberano Congreso estos sentimientos”.                                                             

En estos términos hablaba aquel joven revolucionario al que la historia tenía señalado para liberar a un continente. La palabra encendida de Bolívar varió el curso de los acontecimientos fundamentales en los que se soportó el ideario de nuestra Emancipación.

Para hacer un país hay que tomar siempre decisiones trascendentes, muchas veces graves y delicadas. Sólo el arrojo del hombre lo lleva a las grandes empresas, pero sin espíritu de aventura no hay transformaciones sociales. Aquella situación venezolana comenzó a cambiar palpablemente cuando el grupo de jóvenes revolucionarios encendieron el ánimo de representantes y comunidad. De esta manera entonces se originó esa gracia agresiva que vendría a ser el signo identificador de toda la causa republicana. La libertad no significaba en el propósito de aquellos venezolanos un simple cambio de autoridades, ni la aprobación de otro proyecto político emanado de la corona española. La libertad propuesta era la causa de la emancipación total del país, que tenía condiciones para autodeterminarse y forjarse su propio gobierno y destino. El juicio apreciativo de Augusto Mijares sostiene que: “...la emancipación no significa simplemente la separación de España, sino la realización de una idea política que cambia totalmente la organización social en que se había apoyado el régimen colonial”

El 5 de julio es la fecha del primer Congreso venezolano. En él se congrega la representación caraqueña en conjunción con la diputación provincial. Aparece un acuerdo expreso entre todos: la definición del país soberano, la idea de la patria emancipada, la concreción de un destino que le abra a Venezuela los caminos de la libertad, de la justicia y de la democracia. Arturo Uslar Pietri calificadamente asienta sobre el Congreso de 1811: “En ese Congreso, desde su instalación, el tema central va a ser necesariamente el nuevo orden que se va a crear. Ya nadie duda que el regreso al imperio español está cerrado y no hay posibilidad de volver. La posibilidad de hacer otra cosa es la que surge allí, que es la de crear una república democrática, representativa, inspirada en los derechos del hombre, que realice el ideal político más avanzado de la época, que no existía en realidad sino en un solo país que era en los Estados Unidos". "Eso es lo que va a ocurrir en el seno del Congreso. Allí van a ir como diputados los hombres más ilustres de ese momento, los más educados, los que habían tenido más acceso a las ideas extranjeras; y esos hombres, en un debate muy ilustrado, largo y sabio van a terminar bajo la influencia de algunos de los más convencidos, en proclamar el 5 de julio de 1811 la Independencia absoluta de Venezuela”.

El debate histórico de aquel 5 de julio 1811, debería considerarse como un monumento eterno de la ética política y humana del hombre venezolano. Allí nada fue pintoresco ni circunstancial, sólo una causa moral llevó allí a los asistentes: la creación de una república totalmente soberana. Delante de un pueblo anheloso y expectante, el dirigente político supo cumplir su misión suprema, aquella para la cual había jurado al pueblo la proposición de un nuevo sistema político en el que los venezolanos gobernaran y fijaran los rumbos totales de la nación. En este hecho se titula la causa de nuestra Independencia.

Cuánto quisiéramos que el elogio a aquellos representantes pudiera trasplantarse al país actual, pero qué difícil resulta hacerlo. La representación política venezolana contemporánea, fruto de la democracia, no está cumpliendo a cabalidad con su destino, y hasta en tono conmovido muchos debemos hacer declaraciones para que haya un propósito de cambio en la conducta política de este tiempo, que por difícil exige al dirigente, al representante, otra manera de actuar y de comportarse con respecto al país, para que el afecto venezolano no sea la simple declaración amorosa e intrascendente, sino la férrea disposición de darlo todo por la Patria, por el destino de una nación que reúna realidades y potencialidades hasta convertirse en bastión del desarrollo, al menos en el ámbito del Continente Latinoamericano.

Las fechas clásicas de la Patria, no deben reducirse a un toque de campanas, ni a la fría recordación del héroe y del suceso: deben ser, por el contrario, un toque a la conciencia del hombre, para que con sus ideas, con su trabajo, con su aporte total haga reventar las simientes de este gran suelo venezolano, como hijos que somos de la doctrina bolivariana.

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