Página de Historia Regional

domingo, 28 de mayo de 2017

El himno al Árbol

La escuela venezolana se ilumina musicalmente el último domingo de mayo con la celebración del Día del Árbol. Este día se canta. Sobre las baldosas de las escuelas cantan los niños y los maestros  el Himno al Árbol. Ya son fastos  remotos. En este tiempo lo siguen cantando, por lo que, afortunadamente, se conserva la tradición “Al árbol debemos  solícito amor, / jamás olvidemos que es obra de Dios. / El árbol da sombra/ como el cielo fe, / con flores alfombra/ su sólido pie.”

El talento de los maestros  se manifiesta en esta fecha escolar  tan hermosa, y la alegría de los niños. Los maestros  inculcan en los niños,  en este día, un gran amor por el árbol. Muchos de ellos  los llevan directamente hasta la naturaleza cercana. Les hablan del árbol con mucha reverencia y respeto. Estremecen sus corazones delante de las especies. Les infunden respeto por ese símbolo vegetal. Y los niños, alrededor de los árboles, comienzan a jugar y a retozar alegremente.   “Sus ramas frondosas/ aquí extenderá/ y flores y frutos/ a todos dará”,

Fuimos  escolares de aquellos tiempos, y llegamos a cantar este himno muchas veces. Nos llevaron los maestros a los campos cercanos, a la naturaleza en vivo. Y de aquellos árboles comimos sus frutos: los mangos, los mamones, las guayabas, los nísperos, los anones, los caimitos… El paseo escolar por esa ruralía cercana se hizo inolvidable. Uno quería comprender el sentido de la estrofa cuando encontraba aquellos árboles frutales en las gargantas de los caminos. Eran héroes y santos para nosotros. Solíamos coronarlos al verlos repletos de tan sabrosos frutos. “Él es tan fecundo/ rico sin igual, /que sin él el mundo/sería un erial.”

La riqueza de los árboles la veíamos en sus ramas, en sus hojas, en sus frutos. Árboles de verdes distintos, de hojas distintas, de troncos  distintos. Árboles que no dejaban que se afectara la tierra y por eso no había tanta erosión, ni grandes grietas en los cerros, ni extensiones peladas como ahora. No era un erial el mundo, aunque hoy está a punto de serlo. “No tendría palacios/ el hombre, ni hogar, / ni aves los espacios, / ni velas el mar.”

Tal vez en aquel lejano tiempo escolar, no llegamos a comprender cabalmente el sentido de algunas de estas estrofas. Feliz el poeta que si las comprendió al escribirlas. Pero, el tiempo nos fue enseñando que del árbol emergen tantas cosas. Que, inclusive, es un rico bastión del idioma por tantas palabras que genera su existencia útil. “Ni santuario digno/ para la oración, / Ni el augusto signo de la redención.”

Las iglesias, los templos se gestan en el árbol. Ellos son la génesis de sus grandes columnas, como los “cedros centenarios” de la iglesia matriz de Trujillo. El árbol purifica el sentido de Dios en las iglesias. Sustenta la huella de Dios, su presencia, su hálito de gloria. Por eso se habla de que es signo de la redención, por los maderos, por sus aromas, por sus perfumes regados en su propio e inasible misterio sacro. “No existían flores, / ni incienso, ni unción, / ni suaves olores/ que ofrendar a Dios.”

Y continúa el halo de evasión, el gozo de su fiesta sagrada. El árbol lo da todo en el júbilo eclesial del hombre. Las oscuras pátinas del tiempo de la existencia conservan el olor del  árbol  que  jamás muere, pues se hace recuerdo en los recintos, en el viejo mito, en los marcos del mármol de los frontispicios, en el aliento de los huesos de nuestros  padres, en los horcones antiguos de las primeras casas. En fin, en todo lo que es ofrenda, el árbol corona la existencia como un himno.

Mayo existe en nosotros por varias cosas: por la fiesta de la Cruz, tan hermosa, y por la fiesta del árbol, cuyo himno llena en este tiempo un cuenco de nostalgias. “Al llegar el mes de mayo, sentimos una sensación de primavera. En nuestras escuelas, llenas de claridad y de esperanza, y en las voces de los niños impregnadas de dulzura y amor, ha hecho nido una hermosa canción: es el Himno al Árbol.”

Iluminemos todos este último domingo de mayo. Al precio del amor cantemos la canción escolar. Que un gozo y un placer infinitos nos alcance. Que nuestras voces sean iguales a las voces de los niños. Cantemos esta estrofa fecunda: “Al árbol debemos/ solícito amor, / jamás olvidemos/ que es obra de Dios.”  

HIMNO AL ÁRBOL

Música: Hugo Liscano, Letra: Javier Galue

Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios
Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios

El Árbol da sombra, como el cielo fe
Con flores alfombras su sólido pie
Sus ramas frondosas aquí extenderá
Y frutos y rosas a todos dará

Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios
Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios

Él es tan fecundo rico sin igual
Que sin el mundo sería un erial
No tendría palacios el hombre, ni hogar
Ni aves los espacios, ni velas, ni mar

Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios
Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios

Ni santuario digno para la oración
Ni el augusto signo de la redención
No existirían flores ni incendio ni unción
Ni suaves olores que ofrendar a Dios

Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios
Al árbol debemos solícito amor
Jamás olvidemos que es obra de Dios

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jueves, 25 de mayo de 2017

Elogio de la Música

Me habían dicho que la música es una devoción, una escritura del humanismo, una hechura de manos portentosas. Sí, lo creí. Y pienso que es más, mucho más. Ella deviene belleza viva, eternidad sonora, universo sin edades. La música acompaña al hombre. Ha de creerse esta aseveración. Los compositores que la han cultivado y ejercido están exaltados por la cultura en la civilización total.

De manifiestos diversos por el hilo del tiempo. La música es una revelación sonora del arte alrededor del hombre; de los hombres que la aman divinamente, a los que hace devotos de sus nardos sonoros cuando espiga desde los instrumentos. La antigüedad la contiene y la modernidad también. Es un solo compás de armonías dulces por los siglos.

La música es la orfebrería del intelecto. Ritual para la amatoria persecución  de lo ideal; puesto de honor en las apetencias espirituales del ser humano. La música que florece es una escritura plena cuando ha de escribirse, aunque sus manifiestos a veces responden únicamente a la oralidad, a la  musitación solamente. Y es la inspiración la que actúa entonces, porque en el fondo nos pertenece a todos y nos cobija, y todos somos capaces de crearla silvestre para nuestro propio deleite.

La composición musical da muchos nombres, de lo popular a lo clásico en solicitud de rigor, exigencia y excelencia. Nacida a veces de la alegría, a veces del dolor. La música es la ascensión artístico-humana hacia lo superior, a los espacios de un universo placentero, como una serpiente dulce que escala, que alienta sin veneno, que se desliza como un río embravecido o dormido, para plasmar una evidente comunión entre el compositor y el diletante que la disfruta como un recogimiento.

La obra que florece en el jardín del pentagrama llama nuestra atención. Ella nace en la alberca donde puede reposar el amor en un arrebato de trompeta, o en la sutil delicadeza que hay en la cabellera de un violín afinado lentamente. Nace también de la impaciencia de quienes sentados en la butaca de una sala, esperan el programa del concierto para el más impactante deleite del espíritu.

De múltiples maneras ocurre la interpretación. El concertino es una caracola delante del público. Agita el arco y le imprime el máximo dinamismo a su instrumento. Desde la boca hasta los brazos; de pie o sentado. Desnudos los dedos corren presurosos como una serpiente huyente por el teclado del piano o por el lomo del instrumento de cuerdas, de los que salen los más ensayados sonidos en la búsqueda de la perfección consagratoria. Una arquitectura plástica refulge en la sala donde se presenta aquel acto de arte confeccionado por nombres tan diferentes, desde la autoría de la pieza a interpretar, hasta el director que maneja  como un mago aquella batuta empapada de sabiduría.

La música es como la mujer, nació para ser amada. Turba los sentidos como un perfume caro. Es de nieve blanquísima por la inmaculada exquisitez de sus armonizaciones. La música como el mejor sonido del universo, se traduce en matizaciones como las nubes celestes en el gran escenario de la naturaleza. Es definitivamente un arrebato. Con ella el compositor se confiesa hasta el delirio, y el receptor lo deifica por ser aquel creador quien le brinda un pan de azúcares sonoros en sus múltiples vertientes.

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viernes, 12 de mayo de 2017

Segundo Barroeta, en las puertas del tiempo (y II)

Mi primer encuentro temporal con la figura del doctor Segundo Barroeta fue un hecho referencial, porque escuchaba nombrarlo en la tertulia hogareña de mi casa en la calle arriba, pues Sofía, mi madre, como ya dije,  era de San Jacinto, y como el pueblo era pequeño, pues los nombres y los apellidos se pegaban en el coloquio de la  gran familiaridad habida en ese tiempo de hace tantos años. Allí el quehacer lugareño nombraba con frecuencia  a los Sarmiento, Parilli, Troconis, Salas, Pacheco, Terán, Valecillos, Morón, Machado, Contreras, pues todo era una sola familiaridad compartida.

Pero también sucedió  que el nombre del doctor Barroeta salía en los periódicos de la ciudad. Lo nombraban en el “Sabatino”, de Joaquín Delgado y en “Hoy” de Azuaje Rincón. Claro, si tenía su Consultorio en la ciudad, y luego,  en el gobierno de Briceño Perozo, por 1958, recién estrenada la democracia, fue llamado para el gabinete gubernativo y nombrado Director de Asistencia Social.  Pero luego, el silencio del tiempo, porque  la diáspora profesional y la necesidad de establecerse en otra ciudad de mayores expectativas y realidades, lo estacionó en Barquisimeto, su segundo gran lugar de vida, por años, por muchos años, hasta este tiempo final en que la inmortalidad  lo abraza por efectos de su sensible fallecimiento ocurrido hace pocos días.

Barquisimeto, ciudad de encuentro y de realizaciones, amplio escenario para una acción global. Hombre y ciudad en simbiosis afortunada, intercambio de vidas que se la brindó obsequiosa la urbe del progreso, y que Barroeta ayudó a construir con el caudal de su ciencia y de su inteligencia humanística como ciudadano de aportes.  Esa segunda patria chica que llega a meterse en los intersticios afectivos y se solidifica como una querencia sensitiva. Ese amor que se despierta por el lugar en que se realizan los sueños. Ese agrado por tantas nuevas adquisiciones en un contexto geográfico y humano extraño, en una definición que se va engrandeciendo hasta convertirse en común, en hogar con plenitudes. Barquisimeto como lugar  grandioso para Barroeta, y éste como ciudadano necesario para Barquisimeto. Una pasión social vivida en plenitud. Y lo más importante, trascendida por las realizaciones.

Desde muchos aspectos puede identificarse la vida de Segundo Barroeta, como médico notable, ciudadano moral, maestro de dimensiones insospechadas, hombre animoso para saber exteriorizar los componentes del espíritu. Su vida fue un aporte dirigido a muchas direcciones distintas, y una confluencia de aptitudes se nos detenemos a describirla por lo que hizo en su largo tránsito biográfico. Da para estudiarlo  y  aprovecharlo  como intelectual; escudriñar en su discurso y hacerlo pasión de nueva escritura, de nueva fulguración.

Los estudiosos  de la ciencia médica, que fue su campo profesional, habrán de mirarlo desde esta perspectiva; como  el docente e investigador que fue en el campo del trabajo médico-científico en la Universidad y otros ámbitos conexos, por ejemplo, la asistencia social que llegó a servir como experto. Los del mundo de la literatura y el lenguaje, estudiarán su discurso expandido en cuatro libros que llegó a publicar, densos, totales, bien estructurados, con el rigor de quien sabe hacer las cosas y dirigirlas con sentido preciso. Son grandes libros sobre una temática regionalizada, constreñida a su entidad natal, pero sobrepasada por la calidad de lo escrito, por la temática, y hasta por el nivel alto de su propio discurso y de los personajes a que quiso acudir para prologar cada una de esas obras: Manuel Bermúdez, su primer libro; Tarcila Briceño, el segundo; Francisco González Cruz, el tercero, y Marco Tulio Mendoza Dávila, el cuarto, en orden consecutivo. La lectura de cada trabajo permite obtener una visión precisa de este autor que, haciendo  cita de un concepto de César Rengifo, nos permite conocer que: “Hoy más que nunca el arte ha de ser clara militancia al servicio del hombre. Yo creo en el arte en función de la humanidad”.

Y otra ocupación poco conocida  por nosotros los trujillanos, porque la realizó en Barquisimeto, fue la de experto conocedor, estudioso y  cultivador de orquídeas, de toda la gama familiar orquidácea. Se hizo conocido en esta escasa ocupación. Esa devoción ecológica lo distinguió también. Y si vemos, se necesitan condiciones muy especiales para asumir este tipo de actividad, como una extremada sensibilidad, amor por la naturaleza y dotes técno-científicas. Los tres nombrados componentes tuvieron base firmes en su condición humana, porque entendió la vida en lo que ésta tiene de complejidades, como un  haz de partes entre lo propiamente biológico y lo afectivo. Ese mundo sensible tan necesario que debe tenerse  para comprender y validar por uno mismo  la  condición humana.

No se negó nada en su vida Segundo Barroeta, no fue mezquino con su persona sino más bien la nutrió de valores en exceso. Nunca puso trabas a sus capacidades y posibilidades, porque fue de mirada ancha para abarcar todos los espacios posibles. Y todo lo hizo con verdad y con honestidad, como un hombre virtuoso. Y eso fue en vida. Y es el legado que nos deja. Como Don Mario “murió de mal de patria”, del mismo tipo de muerte que garantiza la trascendencia y la vigencia más allá del tiempo y el olvido. 

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viernes, 5 de mayo de 2017

Segundo Barroeta, en las puertas del tiempo (I)

En los hombres, en los ciudadanos reales se realizan los pueblos, y bien pueden hacerse memorias útiles en el porvenir. Esa fluencia no desaparece, se nutre con el tiempo, como vemos. El hombre que va fabricando trascendencia social y cultural no sólo realiza la vida y la muestra realizada, sino que busca el mejoramiento esencial de la historia en proyección, desde lo local si es su apetencia, o desde lo más general si es también el propósito de su gestión intelectual, por eso es memoria. El que adquiere bienes culturales por su inteligencia los sabe poner a disposición de los otros, y esos son gestos de ciudadanía por el desprendimiento.

De este tipo de hombres  tenemos ejemplos en Trujillo, muchos ejemplos en el espacio-tiempo de la ciudad, o del estado, en todo caso. Sus síntesis biográficas están recogidas. Varios se han ocupado de ello y se siguen ocupando, con personajes que actuaron en los procesos iniciales de nuestra historia, desde la Colonia en la precisitud, hasta hoy cuando la evolución sigue su ciclo en esa condición que es connatural en el género humano.

Hace pocos días falleció en Barquisimeto un notable hombre trujillano, ciudadano íntegro, veraz, forjado celularmente, el doctor Segundo Barroeta.  Murió en el silencio de su vieja edad de más de noventa años; en la quietud de  una ancianidad adornada por la parsimonia de la voz y del caminar, por esos luengos años de existencia que van acerando en dureza y fragilidad al mismo tiempo los órganos del cuerpo hasta la detención, aunque en Barroeta no se dio tan fácil esta irremedialidad,  vistos sus actuares y sus movilidades ya que estuvo activo hasta muy poco tiempo antes de su fenecimiento. Y,  por demás, dando lecciones de trabajo hasta el final; trabajo útil y provechoso; de intelecto entre la ciencia de la medicina que era su especialidad y  el oficio  de la literatura, que esto último también lo hizo con rasgos de especialidad,   lo que se determina al entrar en la lectura de cada una de sus importantes obras, cuatro que logró publicar con temas genésicos relativos a la trujillanidad.

En un denso epígrafe con que introdujo un trabajo sobre el Libertador, el historiador Lucas Guillermo Castillo Lara dijo que Bolívar ni era silencio ni era polvo, que es ésta una de las condiciones en que quedan los seres humanos una vez que cumplen el ciclo de su vida terrena, como decir  el juego de la nada y del todo, de la desaparición para siempre o de la trascendencia que es lo que permite seguir vivo, hecho memoria para ser nombrado en la posteridad. La voz se hace polvo y el silencio se calla para siempre, hecho nada también. Pero,  por designios esto no ocurre en aquellos que pusieron a actuar su inteligencia, que convirtieron en voces sus silencios y  en lenguaje  sus actuaciones,  por el forjamiento de una obra concreta, hechos  sujetos de cultura,  de lenguaje trascendido; ciudadanos de todo tiempo, como también comprobamos con esa pléyade de hombres de bien que los nombran  las edades para construir la vida de cada nuevo tiempo por la inmensidad de los años y  los siglos.

Segundo Barroeta es un nombre de hombre para nombrarlo siempre, sembrado ahora  profundamente en la raíz geográfica y en la conciencia moral de dos pueblos, Trujillo y Barquisimeto, genésicos ambos, inmersos biográficamente en la más vieja edad patria, conectados a su vez,  por el hilo infinito de la espiritualidad, tanto así entre nosotros que Juan Ramón Barrios, compositor larense es el autor del vals “Trujillo”. Y tanto así,  que como un halo premonitorio o un haz de hermosa empatía, ese vals surgió de una inspiración en San Jacinto, en la bucólica quietud de ese pequeño burgo aledaño a la ciudad pequeña de hace ochenta años, en cuyo espacio había nacido un poquito de tiempo antes el doctor Barroeta, en alero familiar de esa misma estirpe y de ese mismo acervo.

Es realmente sorprendente cómo se van tejiendo los pormenores de la historia más local, y por eso es tan importante ese tipo de historia, la familiar, la hogareña, la amistosa. Todo el tejido social surge de esa comunicación que la va construyendo el tiempo con sus distintos hilos. Y los hiatos generacionales también se van encogiendo y unificando hasta ser un solo manto social, una sociedad común. La diferencia  de edades se va estrechando, hasta llegar a la delgadez que une y se hace también causa o realidad común. Este fenómeno, -no sé si sociológico-, a que hago referencia, en mi caso lo he vivido repetidamente. Y lo explico brevemente con dos casos concretos que tienen que ver con San Jacinto, porque allí tengo ancestros maternos, y era escasamente un niño cuando el doctor Rafael Isidro Briceño era ya el doctor Briceño, pero muchos años después éramos amigos en la participación social conjunta, de tú a tú en el hogar social. Y lo mismo con el doctor Barroeta; porque, cuándo íbase a pensar que aquel muchacho  que por 1955- 56 era yo, voceaba en la calle el pregón del periódico “Hoy”, en cuyas páginas aparecía la fotografía del Dr. Segundo Barroeta, muchos años después recibiría en su casa una llamada telefónica de este mismo personaje, hecha desde Barquisimeto para dar un saludo navideño. El doctor Barroeta, para mi orgullo, era mi amigo, y me citaba en sus libros, y eso me reconfortaba tanto y me enorgullecía.

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domingo, 23 de abril de 2017

Sobre el santo sepulcro de la Chiquinquirá (y II)

La historia menuda de la ciudad de Trujillo no ha sido otra cosa en el tiempo que una gran conexión familiar, un encuentro de intereses y preocupaciones familiares por dar  vida a las tradiciones por medio de actividades encaminadas  a mantener y actualizar hechos y circunstancias vivenciales. Son nexos familiares y conexiones derivadas de  los nudos históricos que aparecen cuando se trata de acometer una tarea de vinculación entre el presente y el pasado. Y siempre ocurre lo mismo, como podemos ver en el caso de la historia del Santo Sepulcro de la Iglesia de Chiquinquirá. Y a la luz de la verdad es, ha sido el grupo familiar, el que ha procurado y conseguido cosas para las instituciones citadinas, esencialmente para las iglesias, tanto así que de proponerse un inventario histórico de su contenido con respecto a las imágenes, pues todas ellas han provenido  directa o indirectamente de la acción familiar como es comprobable si se investiga en periódicos, memorias y otros documentos testimoniales.

En una recopilación mía sobre la iglesia en la ciudad, en lo que respecta al Santo Sepulcro, pregunté: ¿Y lo del Santo Sepulcro?, para responder: “Esta historia es interesante y tiene un matiz de rareza por los testimonios. Algunos sostienen que el Santo Sepulcro vino inicialmente para la santa Iglesia Matriz (no es cierto). Sépase que según fuentes periodísticas la iglesia Matriz fue consagrada Catedral en aquel año de 1912 –en septiembre-, en el homenaje al padre Estanislao Carrillo. Y  por tal acontecimiento se la dotó de imágenes y ornamentos, quizás el más resaltante, fue un santo Nazareno que permanece en ella. Joaquín Delgado dice: “Cinco Capillas lucen la incomparable belleza de esas imágenes a todo lo largo de sus naves laterales. El Bautisterio, pintura de otro artista italiano, Don Luis Fontana, quien fue llamado para decorar al óleo aquel templo. El Nazareno, obra maestra que tiene sus símiles con la imagen del Nazareno de San Pablo en Caracas, donada al templo por Don Juan Bautista Carrillo Guerra y Otros…”

Es cierto, que el Santo Sepulcro  fue traído a Trujillo directamente para la iglesia de Chiquinquirá. Testimonios  fehacientes como los de las familias Carrillo Braschi y Urdaneta Braschi, sostienen que efectivamente el Santo Sepulcro llegó a Trujillo en los meses finales de 1912,o principios de 1913,  donado por Juan Vicente Gómez  para la iglesia de la Chiquinquirá, pues su principal animadora  por muchos años  fue la señora María Braschi de Iragorry, y su esposo Don Andrés Iragorry, ciudadano de prestigio en aquel tiempo, quien  encabezó la  petición que fue correspondida por el mandatario nacional. La señora María vivió siempre en la calle Independencia  entre las esquinas de los Carrillo y esquina de los Durán; lugar que corresponde  hoy,  entre el Viejo Almacén Maldonado y la  Casa del Pueblo. Y cuentan que en sus últimos  años de vida la noble dama esperaba la bajada de la procesión en el frente de su casa, y  allí hacía una parada el cortejo para que ella besara a Jesús yacente en  la urna del Santo Entierro, que luego proseguía hasta la casona de la esquina, abajo. Y Aquí, en la esquina Carrillo, se encontraba con la sagrada imagen de La Dolorosa y la marcha procesional  continuaba su lento caminar  hasta la Iglesia Matriz.

Si se escudriña bien la historia  de estas dos iglesias principales de la ciudad, se conocerá que hubo lapsos  intermitentes  en que el Santo Sepulcro pernoctó en la iglesia Matriz. En la década del cuarenta, siendo párroco el padre Juan de Dios Andrade, hubo la reparación total de la iglesia de Chiquinquirá, y los santos y ornamentos hubieron de ser repartidos. El Santo Sepulcro estuvo un tiempo en Matriz hasta que fue regresado. Luego, con motivo de la construcción del nuevo templo, fue llevada la santa imagen al templo principal, para regresar nuevamente a su parroquia chiquinquirense.

Los vínculos, nexos familiares, repito,  han sido los grandes propiciadores de las donaciones que han tenido nuestros templos  citadinos aquí en Trujillo. Los más representativos, Juan Bautista Carrillo Guerra entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, luego las generosas hermanas Carrillo Márquez - Carrillo Guerra, que se cansaron de donar durante la primera mitad del siglo XX, entre otras donaciones, la Casa Hogar Monseñor Carrillo, los primeros terrenos para la construcción del Seminario, la Capilla del Colegio Santa Ana,  hoy Auditorio de la Casa de Carmona del NURR.  Y el más generoso mecenas trujillano, Jesús María Lozada, quien se propuso dotar de testimonios artístico-religiosos a la ciudad y a más allá, si vemos que fue el donante del sevillano Santo Sepulcro de Pampanito. Lozada, de larga residencia en Caracas, cada vez que venía a Trujillo a reencontrarse con familiares y relacionados, traía consigo lámparas, imágenes, cuadros y otros objetos artísticos  que lo mantuvieron representado  en la iglesia Matriz  y el Country Club “24 de Julio”, institución social ésta  a la que donó la inmensa lámpara que adorna su cúpula principal, y una serie de lámparas y otros artefactos ornamentales de menor tamaño para todos los espacios del edificio, lo mismo que a la iglesia parroquial de Santa Rosa, cuya lámpara principal la dejaron caer en el momento de su instalación, y Lozada, en un gran gesto de desprendimiento,  la sustituyó por otra de la misma calidad. Otro caso resaltante lo constituye la serie de imágenes del Viacrucis (1942), que vemos en las paredes de la iglesia Catedral, una donación familiar llegada desde El Canadá por intermediación del padre Vicente Valera Márquez.

El fenómeno religioso es luz, tiene que ver mucho con la luz. Por eso la iglesia es un hogar, porque hogar, dice el diccionario, es sitio donde se enciende la lumbre. Y la iglesia católica en Trujillo ha sido históricamente ese hogar familiar y ese parentesco que nos ha unido como una sola hermandad;  parentesco  humano-espiritual afectivo que se  aparece cada vez que miramos el ayer histórico para tratar de conocer nuestro destino como comunidad  viva y comprometida.

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jueves, 13 de abril de 2017

Sobre el santo sepulcro de Chiquinquirá (I)

Los que somos de la parroquia, primordialmente,  y los de la ciudad también, en Trujillo, por esta época de Semana Santa, sentimos identidad con las imágenes de nuestras iglesias, esencialmente con el Santo Sepulcro, en la Chiquinquirá y con la Dolorosa en la santa iglesia Catedral. Al rememorar aparecen en la mente ambas imágenes sagradas, se hacen cuadros vivientes que nos parecieran presenciar en su desplazamiento por las calles, el Viernes Santo, en su recorrido de subida hasta los predios del colegio de las monjas, al principio de Carmona, y  de bajada, hasta la iglesia matriz.  Pero antes  de llegar al templo principal  se encontraba Jesús yacente con la Madre, en la esquina de “Almacenes Maldonado”, recuerdo, en el límite de las dos parroquias centrales de la ciudad. Y la muchedumbre de fieles apesadumbrados, y las ruidosas “matracas”, que desde el día anterior, jueves, sustituían las campanas, porque no se podía repicar, aunque las matracas eran también un repique ruidoso hasta el estruendo, y producían temor en los niños de lo cual fuimos testigos, pues fuimos niños temerosos en aquellos años ya distantes, en los que nuestros padres sostenían con firmeza y fe un catolicismo practicante y auténtico que nos sirvió de ejemplo moral, o más, de adquisición en el afianzamiento de valores, a nuestra condición espiritual creyente.

La Semana Mayor, que no llegamos a entender este sintagma tan conmemorado , sino mucho tiempo después, como proceso fundamental  en la instauración de las prácticas fundacionales de la iglesia, renovación  anual de antiguas tradiciones, de tanto sabor histórico y litúrgico(…) de los santos días de cuaresma, “Los más grandes misterios  de nuestra redención, es decir, la pasión, la muerte y la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, fueron celebrados cada año por la santa madre iglesia, desde la época apostólica, con una solemnidad muy singular. Se conmemoraron ante todo los momentos más salientes en un especial triduo, llamado de: Cristo Crucificado, Sepultado y Resucitado”.

Estábamos lejos de entender esa disposición conmemorativa. Solamente asistimos como testigos mudos de aquella procesión monumental, plena de un aura musical que interpretó por años la Banda “Sucre” del Estado, con piezas del repertorio clásico religioso venezolano, muy hermosas también, pero que pasaron años antes de saber que eran el “Popule Meus” de José Angel Lamas, y la “Marcha Fúnebre” de Selle, composiciones  gravitando en la memoria recordatoria de una época local repetida año tras año antes, pero que desapareció en su esplendor musical cultural, una vez que advinieron los tiempos en que la organización musical oficial del Estado se hizo mayormente académica y profesional. De todas maneras, en la recordación, la acción participativa quedó como aura afectiva en la definición del contexto diacrónico en que se pueda inventariar el pasado socio-cultural de esta ciudad de Trujillo.

Un sabor de reminiscencia aparece en nosotros en cada Semana santa, de una época en que la ciudad se refugiaba alrededor de la iglesia  para dar cuenta de su vida cristiana, de una especial dignidad salida de la familia entera, porque no eran solamente los padres los que se dirigían al templo con singular recogimiento, sino  los más jóvenes también: escolares, por demás, que recibíamos una lección ritual en la escuela, como ejercicios de devoción inculcados por sanas preceptoras, pues tuvimos maestras en casi todos los grados de la primaria, que se interesaban en darnos esa práctica cristiana, esa breve liturgia que la cumplíamos en la pequeña dimensión de nuestra edad, sin llegar a entender ni un poco de su inmenso significado.

La ciudad de Trujillo ha ahondado en el tiempo su vocación religiosa. Esta conducta espiritual le señala una condición de identidad. Le ha prodigado memoria histórica y biografía imperecedera. Lo religioso entre nosotros se exhibe como un contenido fundacional, que el tiempo ha mantenido para conocimiento y práctica de las generaciones. Es lógico pensar que los tiempos cambian y se van actualizando por las contingencias que impone la misma dinámica social. Pero, al nombrar lo pasado, desearíamos  que   esos hechos propicios no sólo los viéramos  referentes de recuerdos,  como cuadros inexpresivos, sino antes más bien, como ensayos históricos que den pie para recobrar  fuerzas morales   vencidas por el tiempo, pero  rescatables y puestas  de cimiento a otras fuerzas nacientes,  para un fortalecimiento de la conciencia social tan decaída y vulnerada  en este tiempo crítico que estamos viviendo los venezolanos.

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sábado, 1 de abril de 2017

Programa radial especial

Con motivo de los 77 años de Radio Trujillo

TRUJILLO EN LA MÚSICA DE EZEQUIEL PAREDES

PRODUCIDO POR ALI MEDINA MACHADO

LOCUTOR PROFESIONAL Nº 5052  DEL MINISTERIO DE COMUNICACIONES

CONDUCCION TÉCNICA. NUMA BARROETA

TRUJILLO, 4 DE FEBRERO DE 2017

CONTROL. Cortina musical… aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Señoras y señores, muy buenas tardes. Hoy, la emisora del pueblo trujillano, Radio Trujillo, está celebrando 77 años de vida, ininterrumpidos, desde aquel lejano año de 1940, cuando Don Pedro J. Torres, visionario hijo de la ciudad, dio vida a una  empresa radial que, desde entonces, trabaja incansablemente por los intereses vitales de esta localidad capitalina, y por todo el estado, como está demostrado en su extensa bibliografía existencial. Honor a Radio Trujillo en su septuagésimo séptimo aniversario. Honor a una de las empresas históricas fundamentales de la Ciudad de la Paz.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Estamos empleando como cortina de fondo en este programa especial, música de la Banda Oficial de Conciertos “Laudelino Mejías”, en un disco compacto de la Fundación “José Antonio Carreño”.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. La música es una de las fortalezas de Trujillo, uno de sus signos de identidad más notables y significativos. Por la música ha vivido el hombre y la comunidad por siempre, por lo que en todos nuestros pueblos aflora el acontecimiento musical, y se hace presente por medio de sus géneros populares para con ello ir fabricando la geografía espiritual de nuestra entidad total. Y en la ciudad de Trujillo, nuestra ciudad, ni se diga: su historia está llena de acontecimientos musicales por medio de instituciones, grupos, asociaciones, compositores e intérpretes de los más diversos géneros, como está recogido este patrimonio en un buen grupo de álbumes discográficos, y en archivos, más que todo de tipo privado, aunque también los encontramos institucionalizados.

De esa gran gama de compositores e intérpretes, hemos creído conveniente en este programa especial con motivo del Día de la Radio Trujillo, que así llamamos los trujillanos el aniversario de la emisora, cada 4 de febrero, rendir un pequeño homenaje de reconocimiento y de cariño, a un intelectual de las nuevas generaciones, el Licenciado y Profesor Universitario EZEQUIEL PAREDES, que de manera eficiente sobresale hoy día entre nosotros, por su constante participación y quehacer productivos, tanto en la escritura , que lo está haciendo muy bien, como en la producción temática musical, con piezas que describen  física y espiritualmente a la ciudad, tanto en su significación geo-histórica, como en sus nombres y lugares, a los que les  sintetiza sus cualidades, con letras apropiadas y con música acordada, para darnos páginas sentimentales que llegan al corazón, y hace sentir la emoción de la más genuina trujillanidad. Ezequiel Paredes es un hijo auténtico de esta tierra de la paz, con la que se identifica en toda su plenitud.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen... se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR.  Ezequiel Paredes es oriundo de estos contornos, de la cercanía de Radio Trujillo. Emocionalmente vive apegado a estos paisajes, a su gente, a sus sucesos, grandes y pequeños sucesos ocurridos en este largo trecho de más de medio siglo. Pero, Ezequiel es hijo también de la ciudad, a la que canta con la devoción que enseña la espiritualidad, el mundo interior sensible de los compositores, de los que son creadores intelectuales.

La parte musical del programa la vamos a iniciar con un tema que se titula CANCION A TRUJILLO, letra de Ezequiel Paredes, música del profesor Alfonso Rodríguez, arreglo musical del profesor Richard Salas. Y vocaliza Maoli Aranguren.

CONTROL: Canción a Trujillo… primer surco del disco C. D.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. El paisaje de nuestra ciudad nos atrae a todos, como una bendición. El bucolismo nativo ha sido numen para el ansia creativa de los compositores musicales, de los poetas, de los artistas plásticos…Lo acabamos de percibir en  el reflejo de la letra de la canción de Ezequiel, en la que habla del amanecer que resplandece,  la intensidad del azul celeste, los cerros seculares de armónico verdor, como nos dice. Tierra ésta en que han nacido maestros musicales, educadores, poetas, artistas, cantantes a granel; todos poseedores de una gracia humanizada que los hace trascendentes y en eterna permanencia.

Ezequiel, formado en la Universidad Central de Venezuela, en Ciencias Contables. Hizo rendir largamente su importante carrera profesional  en diversos ámbitos de Caracas y de Trujillo, hasta una función docente universitaria efectiva y reconocida. Pero,  atendió también el llamado de la tierra, y desde hace años está en Trujillo, creciendo con sus realizaciones, aportando sus conocimientos, no tanto en los asuntos específicos de su profesión, sino abarcando un contexto cultural-social, que se dimensiona en la escritura ensayística, con producciones de importancia, y en asuntos de la creación artística, de la composición de canciones que hasta ahora, recoge una interesante producción, con características toda ella de elevada condición vernácula local, en la que resalta lo geográfico, lo paisajístico y el ámbito ecológico natural.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Un total de ocho composiciones hemos seleccionado  para este programa especial que estamos ofreciendo en el momento celebrativo  de los 77 años de Radio Trujillo. Ocho piezas musicales que tiene que ver con la ciudad, por la identidad amatoria de un autor que ve popularizar sus creaciones en la misma ciudad, en medio de su gente, en medio de instituciones  que están haciendo historia, por su entrega, por la pasión en el cumplimiento de los objetivos propuestos, como la Fundación “José Antonio Carreño”; por el aval que brindan profesores de alta categoría académica, como Alfonso Rodríguez; por instituciones educativas que cumplen una labor de difusión y extensión cultural como la Coordinación de Extensión y Cultura del Núcleo Universitario “Rafael Rangel” de la Universidad de Los Andes, o como la emisora Radio Trujillo que, históricamente sabemos, ha sido el centro inspirador y asistencial de los grandes y pequeños compositores trujillanos que hemos tenido.

Ezequiel Paredes aparece involucrado en este acontecer. Su ayuda a la construcción de nuestra cultura popular actual es de mucho valor. Y vemos ese valor a través de su cancionística.

Pero, así mismo, no puede ser el compositor extraño  a su propio quehacer interior, a su mundo espiritual afectivo. Y vemos que Ezequiel vuelve sobre sí mismo para hablar de sí, de sus vivencias internas, de su estado afectivo, del acontecer de su espíritu. Por eso, esta segunda entrega musical de su autoría se titula: CÓMO TE RECUERDO, con música del profesor Freddy Aranguren, arreglo musical del maestro cubano-español Juan Manuel Acosta. Y La canta: Rosendo Morillo.

CONTROL. Cómo te recuerdo…surco 2 del disco compacto.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Como observamos en la anterior canción que vocalizó Rosendo Morillo, el autor se detiene en un momento propicio del día: el ocaso de una tarde, a pensar en el amor, a recordar que  amar, siendo un infinitivo  masculino, se sustancia fundamentalmente en lo femenino, en la mujer, que es sensibilidad, arrullo y olor; expresión de sentidos por la belleza y manifestación de afectos, por su mundo interior sensibilizado también. Así entonces, el efecto de la música se convierte en un entusiasmo por la vida, por el gozo y el placer que produce lo femenino humanizado.

CONTROL. Cortina musical…aumenta de volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Dije en una oportunidad: ningún trujillano o persona ligada a Trujillo puede evadir el cariño por Radio Trujillo. Si se goza del afecto y querencia por Trujillo, también se piensa en esta casa, en este hogar radial que  nos identifica y  une socialmente. Aquí se vive diariamente la fiesta del espíritu; se vive el presente, pero también se revive el pasado, porque los trujillanos solemos regresar siempre a nuestros recuerdos gratos.

Y en proyección de este lenguaje sentimental, son vivencias de su propia existencia lo que encontramos en la visión y el análisis de las letras de cada canción de nuestro autor, porque sólo sus títulos  son signos de identidad trujillana, reencuentro con los acervos y los ancestros citadinos, como una leve geografía que anida en él para posicionarlo en los lugares de la ciudad, y hacerlo un poblador que viene a hablar por los otros pobladores, tal lo hace el cronista, siendo así  que Ezequiel es un cronista musical, un hacedor de crónicas musicales, por el contenido total de su temas que nos llevan , a una peregrinación mental por un lugar  concreto, por un espacio determinado, sea la quebrada, el río, el pueblito, el parque o la plaza; el callejón, o los nombres de aquellos personajes que llegamos a conocer y se quedaron grabados en la significación de un recuerdo propicio. La Alameda, lugar tradicional de la ciudad, en uno de estos sitios nombrados por el numen del autor. Dice así en su letra: ”Nidal primoroso de sol, lugar de brisa, rincón empinado, mirador, simiente que alberga el amor de los hijos, ruta de Dios, la cima hacia la arboleda”. En fin, una topografía  definida por el trasunto creador del compositor.

“MI ALAMEDA PRIMOROSA” es el título de la pieza musical que vamos a escuchar a continuación. La letra es de Ezequiel Paredes, la música del profesor Alberto Briceño, el arreglo es de Richard Santos, y canta Carlos Carreño.

CONTROL. Disco Mi Alameda Primorosa…surco tres  del C.D.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el Locutor.

LOCUTOR. Radio Trujillo nació para fabular la historia de esta tierra, para convertir nuestros días en vuelos hacia las dimensiones universales. Nada que no se ha hecho por la Radio ha ido tan lejos en la geografía del mundo. Aquí, o desde aquí se alejan los vuelos de las voces y las inquietudes de los trujillanos durante mucho más de medio siglo. Ya con sus setenta y siete años, la Emisora es un inmenso reservorio de historia local y regional. Por eso es un patrimonio, un ícono, un símbolo.

En el aniversario le rendimos tributo por el tributo que damos a un excelente trujillano, Ezequiel Paredes que, como muchos de nosotros, es de estos contornos, conoce la plenitud de la Radio y sus circunstancias, porque la ha recorrido por dentro y por fuera;  conoce su historia, la ha paladeado como otros infinitos hijos trujillanos.

De los productos musicales de Ezequiel, vamos a escuchar otra página emotiva que tiene que ver con la ciudad. De esta composición que tiene  dos versiones: esta primera que ofrecemos  se llama PUEBLITO DE SAN JACINTO, letra y música de Ezequiel. El arreglo musical corresponde al profesor Alberto Araujo. Y la canta el propio autor.

CONTROL. Disco surco cuatro…

CONTROL: Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Nuestra música regional ha tenido una profunda significación socio-cultural. Trujillo, la ciudad, el estado, se conocen muchos por intermedio de su quehacer musical tradicional, de los grandes y pequeños compositores que han hecho sus creaciones artísticas en todas las épocas. Hoy, existe una avanzada musical popular alrededor de una Fundación  que lleva el nombre de un notable músico nativo, el maestro José Antonio Carreño. Quizás la premonición de su valse más conocido “Acuérdate de mí”, haya sido el fundamento o la categoría moral vista por los creadores y sostenedores de esta gran obra mecénica, para apuntalar el crecido  catálogo de nuestra música actual. Al menos, en la ciudad de Trujillo es así, ya que contamos con varios discos compactos electrónicos con el sello de la Fundación. Y en este caso, vemos la filiación de estos nombres en el disco de Ezequiel Paredes, varios de ellos en conjunción con los discos de la Fundación Carreño.

Y seguimos con música, con buena música apropiada para distinguir el sentido espiritual de este nuevo aniversario de Radio Trujillo…Escuchemos un tema que se titula EL CAMBULLON DE MI INFANCIA, con letra de Ezequiel Paredes, música de Alfonso Rodríguez, arreglo musical de Richard Santos, e interpretación vocal de Rosendo Morillo.

CONTROL. Disco…surco cinco…El Cambullón de mi infancia.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Esta canción que acabamos de escuchar contiene una profunda carga biográfica para muchos de nosotros, nativos de la parroquia Chiquinquirá de Trujillo, más  concretamente del Barrio del Carmen, es decir, del ámbito inmediato de Radio Trujillo. El Cambullón fue un lugar de infancia y juventud para muchos de nosotros, entre los cuales se incluye Ezequiel. Por eso, este poeta, revelador de ancestros lo describe con tantos pormenores en su canción, entre otros, la cascada que dejaba caer el agua de una quebrada que lo atravesaba, la espesa naturaleza de su bosque, el bucolismo y el misterio de sus frondas, lo que nos dice que en la proyección retrospectiva, esta ciudad fue un solo paisaje ecológico antes de sufrir la urbanización  que le cambió ese estado de naturaleza pura.

Y continuamos con música en este programa especial en el Día de la Radio Trujillo. Y nada más acorde con este momento festivo que escuchar otra composición original de Ezequiel Paredes. Se trata de la pieza titulada A MI QUEBRADA DE LOS CEDROS…Lugar de origen, de los padres, de la vida. Allí, los primeros balbuceos existenciales del autor en este lugar tan hermoso, tan lleno de detalles, como la describe Ezequiel en la letra de su canción. Ese devolverse para mirarse como antes. Ese reclamo por lo que ha hecho el tiempo malquistado en contra de los que fue ciertamente un límpido riachuelo, de cuyos bordes nada más y nada menos, dice la tradición, se sacaron los grandes troncos de cedros centenarios, con los que se fabricaron las gruesas columnas de la santa iglesia Matriz de la ciudad de la Paz…”Alivio de mi juventud, -la llama-, secreto de historias”, entre otros hechos calificadores…

CONTROL. Disco compacto…surco seis. A mi Quebrada de Los Cedros.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. Estamos presentado un programa especial con motivo de los 77 años de Radio Trujillo, emisora del pueblo trujillano, la eterna sultana musical…Programa que ofrece para ustedes la música profundamente autóctona de un compositor nativo, hijo sentimental  de esta emisora como todos nosotros,  que hemos vivido bajo su amparo espiritual. La Radio ha sido eso, una madre afectiva, porque siempre nos ha cobijado su espíritu cultural humanizado.

Radio Trujillo, ebriedad del espíritu para todo trujillano. ¿Quién en este largo tiempo  de 77 años no ha pisado una vez sus estudios? Qué trujillano no ha sido nombrado alguna vez por sus micrófonos?  Un prolongado beso de agradecimiento viene recibiendo esta casa radial, desde aquel lejano febrero de 1940 cuando inició sus labores comunicacionales. Por eso, en cada aniversario, hacia ella envían los trujillanos  las rosas más rojas, que simbolizan los afectos más puros y auténticos.

Con las creaciones musicales de Ezequiel Paredes le estamos rindiendo a la radio el homenaje más sentido. Por cierto, hace poco le confesé a Ezequiel que sus canciones son muy sentimentales, que constituyen un tributo al alma, al espíritu interior de nuestra ciudad materna, que tienen y despiertan mucha emoción, como dicen los sintagmas de la poseía de varios autores literarios nuestros. Y le confesé la nostalgia  que se desprende de temas como “El Cambullón de  mi infancia”, o como “Pueblito de San Jacinto”, por lo que vamos a ofrecer nuevamente esta última composición  en una versión diferente. Con arreglo esta vez de Marcos Cabrera, (MAPOLO)…Canta: MAPOLO…

CONTROL. Disco C.D. surco 7… Pueblito de San Jacinto.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…se deja al hablar el locutor.

LOCUTOR. La música trujillana ha tenido una profunda significación histórica. Estamos llenos de compositores, de obras y  de agrupaciones. Grandes maestros con producciones clásicas, como Laudelino Mejías: grandes organizaciones como la Banda Oficial del Estado, centenaria… La música ha atraído el interés y la vocación  intelectual de muchos personajes: de unos, para componerla; de otros, para interpretarla. Somos herederos de un gran patrimonio cultural-musical. Lo importante, entonces, es que ese patrimonio se conozca y se preserve; que se mantenga en vigencia permanente. Y esto es una responsabilidad de nuestras emisoras radiales, que deben estar programando  esta música. También de las organizaciones bandísticas y de otros tipos, que deben incluirla en sus repertorios. Y de los cantantes intérpretes, interesándose en versionar y actualizar sus arreglos dentro de sus repertorios.

Hoy, en la ciudad de Trujillo, aunque sabemos que sucede igual en las otras ciudades del estado, existe un gran interés compositor musical. Está apareciendo una nueva música popular, nuevos producciones de temas que enriquecen este acervo. En el contexto regional la cultura musical viene creciendo, y eso es importante. A este propósito hay que darle  todo el respaldo posible. Este esfuerzo creador debe concitar el interés de los medios electrónicos de difusión, los tradicionales y los nuevos, para una programación o, al menos, una inclusión en la programación ya establecida. Es bueno que este caudal musical nos siga representando como signo de identidad, que dé nombre a la entidad y la proyecte.  Que esta producción musical se utilice como recurso didáctico educativo, porque tiene contenidos pedagógicos, ya que habla del hombre y la geografía; del hombre y la historia; del hombre y la cultura, entre otros ingredientes..

Y ese fue el propósito de este programa elaborado sobre un compositor de las nuevas generaciones, de un amante de la música y de las cosas del espíritu; de un hijo de esta localidad que viene destacándose por su espíritu de participación protagónica. Ezequiel Paredes es un ciudadano de la ciudad porque está haciendo ciudadanía, es decir, está colectivizando sus conocimientos.

En la fecha propicia del 77 aniversario de Radio Trujillo, vamos a cerrar este programa especial, con el ofrecimiento de otra producción musical de Ezequiel. Esta canción se titula CALLE ARRIBA SEÑORIAL, con letra, música y vocalización de su propio autor. Con ella despedimos el programa. Será hasta otra oportunidad. Por la atención de ustedes, muchas gracias.

CONTROL. Disco compacto, surco 8—Calle Arriba memorial.

CONTROL. Cortina musical…aumenta volumen…baja volumen.    

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