Página de Historia Regional

jueves, 4 de diciembre de 2014

Pascuas en Trujillo (I)

Exordio

La Navidad, infinita posibilidad para la espiritualidad y la religiosidad. Sobre ella aparecen códices dados por la fecundidad de los autores. Se hace luz por la palabra. También historia y literatura. Sus hechos quedan así detenidos. Y el tiempo los devuelve en discursos e imágenes que hablan de sus fundaciones y de sus pormenores. La Navidad, por la hechura de los escritores revela muchos de sus misterios fecundados. Sus laberintos son descubiertos, igual que sus augurios. Cada quien narra lo que desea narrar sobre ella. Sus signos son reveladores. Su voz antigua es traída una vez más hasta nosotros. Se desnuda de amor la palabra. Hoy, una vez más, tomamos la palabra escrita para mostrarla y decir cosas sobre la navidad.

UN MURAL DECEMBRINO

Tiempo hermoso éste en que reaparece en nuestro lar natal el espíritu de la Navidad. La estampación celeste sería tal vez propicia para llenarnos de sol y de alegría. Pero tal, apareciendo el astro rey, habría entonces la larga y extensa floración en nuestros cerros aledaños que se pueblan tradicionalmente de florecitas amarillas y moradas, las dos representaciones vegetales que, como alfombra natural, cubren el manto decembrino de nuestro amado terrón trujillano.

La música epocal es la antesala natural de esta Navidad que llega apresurada para traernos el amor y la paz que son lenitivos para la larga jornada del año que finaliza. Los días son para celebrarlos todos, pero también debemos rehacer el propósito de trabajar con mayor ahínco y entusiasmo buscando con ello otras edades felices y propicias en el futuro más cercano. Sólo el amor y la paz deben aparecer como signos esperanzadores de una alegre navidad regional. Con un telón de fondo religioso cristiano retomemos nuestra tradicional actitud ante diciembre y hagamos entonces gratos estos días para la elevación de nuestra condición humana en la búsqueda de la hermandad y la convivencia social como conducta emblemática de lo que somos y hemos sido en esta Tierra de la Paz y de María Santísima.

Lo importante es que estamos en el seno de un paisaje que se distingue por la hidalguía y el colorido de su naturaleza. En ninguna parte como en Trujillo la fecha decembrina cubre de alfombras naturales los cerros que circundan la ciudad. Caminamos por las zonas aledañas a la pequeña urbe y descubrimos grandes extensiones cubiertas de flores amarillas como vestimenta de la vegetación arbustiva que tiñe de esplendor la vida natural. Caminamos por nuestros paisajes aledaños y vemos con ojos de alegría el cubrimiento de montes y laderas por una espesa capa vegetal de rojos y morados, tiña que regala la naturaleza a Trujillo para hacerlo lucir más bello y luminoso en esta época propicia al enaltecimiento de la condición humana de nuestra comunidad.

Sólo Trujillo pareciera recibir este regalo de Dios como premio a la bondad de su gente, a la condición trabajadora con que los hijos de este pueblo se entregan en el largo lapso del año que ahora está por concluir. Y es porque Dios está contento de que en Trujillo no se hace otra cosa que no sea servirlo con el trabajo y la oración; con la bondad y la entrega a las cosas del espíritu, a la eficacia y a la utilidad en sus sentidos más plenamente humanos. Y estos pilares que mueven la vida trujillana cobran la recompensa de un diciembre feliz, en el que se enaltecen los valores y la gente participa comunitariamente, como si es que hubiese la necesidad de hacer ese pesebre colectivo en que se transforma la ciudad cargada de luces y adornos para reverenciar y exaltar su fe cristiana en Dios y su significado superior.

Ya nada quiebra la quietud trujillana sino el deseo de celebración de un diciembre feliz, como feliz va a ser sin duda, este lapso pascual que nos anima y reconforta. Ya aparecen día a día los signos navideños en nuestra comunidad. La gente comienza a visualizar cuadros diferentes, más vivos y brillantes. Se adornan los frentes de las casas con los colores más festivos. Y ojalá este año esa fiebre de mejorar los rostros más visibles de las casonas y casitas de la urbe sea una fiebre colectiva para ganancia total de Trujillo.

Por su parte, miembros de las comunidades específicas se organizan, aunque no tanto como antes, para la vestidura luminosa de su calle o urbanización. Se anuncian así las mejores ideas que traen la sana competencia y la participación. Sólo el enunciado de que Trujillo pudiera brillar en este diciembre es signo de alegría social y es la primera esperanza de un fin de año muy feliz, en el que la palabra evangélica debe venir a nosotros para continuar amando la vida y que nos empeñemos en trabajar por Trujillo, por nuestra familia y por nosotros mismos.

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